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| Análisis | El peso de los imanes |

El Corán como única ley

Egipto es, a pesar de la fama de laicismo y tolerancia, una de las sociedades islámicas más radicales y conservadoras, obsesionada con la religión y ambigua con la violencia

Policías egipcios en la zona donde dos mujeres murieron en un tiroteo con las fuerzas de seguridad

Publicado por
Javier Otazu - el cairo
León

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Los tres atentados perpetrados durante el mes de abril en El Cairo por extremistas islámicos contra turistas se han producido en una sociedad con reputación de pacífica, pero obsesionada con la religión y ambigua ante la violencia. Egipto llama la atención por el peso público del Islam, incluso a los árabes de otros países, acostumbrados a una imagen transmitida por las películas y telenovelas egipcias, donde lo que se exporta es una imagen de glamour y modernidad lejos de la realidad. Las mezquitas llaman a la oración, como es preceptivo, cinco veces al día, y compiten entre ellas por el volumen de sus altavoces También el sermón del viernes es retransmitido en directo por los altavoces a todo volumen. En contraste, las campanas de las iglesias en un país donde viven no menos de siete millones de cristianos son prácticamente inaudibles. Además, esas iglesias cuentan desde hace años con protección policial por temor a posibles atentados de extremistas islámicos, como los perpetrados a principios de los años noventa. Los proyectos del ministerio de asuntos religiosos para unificar la llamada a la oración y reducir el volumen de los altavoces, al menos en el llamamiento de Al Fayar , el del alba, han suscitado la cólera de abundantes pensadores islámicos, que ven en ellos la mano de los Estados Unidos y hasta de Israel. No es raro ver a funcionarios que suspenden su atención al público en horario de trabajo «para ir a rezar», y nadie osa discutirles ese derecho. Uno de los fenómenos más visibles del peso del Islam lo constituye el «hiyab» (el velo que cubre todos los cabellos), convertido en prenda prácticamente obligatoria a excepción de las cristianas, y que muchas veces es incluso parte del uniforme en escuelas privadas de niñas y adolescentes. El estado ha establecido dos líneas rojas para el velo: las líneas aéreas y la televisión, ambas consideradas escaparates de Egipto. Pero cada vez son más las azafatas y presentadoras que han denunciado su marginación por haberse velado, y no es descartable que algún día ganen la batalla jurídica. Incluso las cristianas han tenido que plegarse a las exigencias de lo que el Islam considera «decente», y todas las mujeres han perdido prácticamente el derecho a usar tirantes y prendas de manga corta para encontrar alivio al asfixiante calor del verano. Entre los hombres, Egipto es famoso por la enorme proporción de hombres, jóvenes y viejos, que tienen un callo oscuro en mitad de la frente por la cantidad de veces que se han golpeado la frente contra el suelo para rezar. Pedir una interpretación liberal del Islam y del Corán se ha convertido en un desafío intelectual. Uno de los que se atrevieron a hacerlo, Farag Fuda, fue asesinado por un extremista en 1992. Y como corren malos tiempos para los árabes, que se sienten víctimas de Occidente, son muchos los que justifican el terrorismo, que llaman «el arma de los débiles».

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