Diario de León

60 años después del horror

Austria recuerda el sesenta aniversario de la liberación del campo de concentración nazi de Mauthausen, donde entre 1938 y 1945 fueron asesinadas 110.000 personas, entre ellas 6.000 españoles

6 de mayo de 1945: los supervivientes celebran la liberación

6 de mayo de 1945: los supervivientes celebran la liberación

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Luis Lidón - viena
León

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Austria recuerda hoy el sesenta aniversario de la liberación del campo de concentración nazi de Mauthausen, donde entre 1938 y 1945 fueron asesinadas al menos 110.000 personas de una veintena de países, entre ellas unos 6.000 republicanos españoles. Una patrulla de reconocimiento estadounidense llegó el 5 de mayo a Mauthausen, recibida con alegría por los supervivientes, recuerda Hans Marsalek. «Bailaron los que pudieron hacerlo, se gritó, lloró y cantó; los prisioneros enfermos lloraron de alegría. Fue una alegría inmensa, en todas las lenguas de Europa», relata este austríaco con serenidad, desde sus 90 años. «Los españoles, sobre todo, estaban esperanzados. Con la caída de Mussolini y Hitler pensaban que le tocaría el turno a Franco», dice Marsalek. Mauthausen era un campo de concentración nazi de la categoría III, lo que significaba que los prisioneros enviados allí no deberían salir con vida y su mano de obra debía ser explotada hasta la muerte. El centro de exterminio fue dirigido hasta el final por el alemán Franz Ziereis, un comandante de las SS que los españoles apodaban el Pavo por su arrogancia, y entre cuyos actos sádicos se cuenta enseñar a su hijo de 12 años a disparar un arma utilizando a 40 prisioneros como objetivo. Los casi 8.000 españoles que pasaron por el campo, de los que unos 6.000 murieron, fueron un «ejemplo de solidaridad para todos en Mauthausen», señala Marsalek. A pesar de las condiciones límites de vida, sin apenas alimentación, con jornadas maratonianas en la cantera de granito, donde desfallecer significaba ser rematado a golpes o tiros, los españoles organizaron una red de ayuda que salvó muchas vidas. Uno de los episodios fue la petición de un minuto de silencio por la muerte del primer español en Mauthausen, José Marfil Escabona, el 28 de agosto de 1940. Los españoles tenían un fuerte sentido de unidad y lograron que sus verdugos les permitieran tener una pequeña biblioteca, un caso único, que abrieron al resto de los internos. Además destacó el coraje de Francesc Boix y Antonio García, que trabajaban en el laboratorio fotográfico y que guardaron centenares de negativos de las matanzas, lo que condenó a la horca a más de un jerarca nazi. «Lucharon contra la injusticia dentro del campo, y creo que deben de ser un ejemplo para la juventud europea».

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