| Crónica | Reino Unido |
Baile sobre las ruinas
Diez años de proceso de paz en Irlanda del Norte han reducido drásticamente el nivel de violencia en la sociedad y un aumento notable del extremismo político. Es el balance paradójico que se trazaba este domingo tras las elecciones del pasado jueves. El partido que administró durante cinco décadas la región se ha desintegrado. El UUP tiene un sólo diputado, Sylvia Hermon, y carece de líder tras el anuncio de dimisión de David Trimble. El campo político unionista ha depositado su confianza en el DUP, el único partido relevante que se retiró de la negociación constitucional que desembocó en el Acuerdo de Viernes Santo de 1998. Tiene ahora nueve diputados. El nacionalismo pro-irlandés, que tenía tres o cuatro en los años ochenta, cuenta ahora con ocho. Pero la marea verde que se extiende en el oeste y sur de la región y en Belfast, está compuesta por un creciente Sinn Fein, que tenía en aquella década un solo diputado, Gerry Adams, y ahora cinco. El Partido Socialdemócrata y Laborista (SDLP) del ahora jubilado John Hume no ha corrido la misma suerte que el unionismo de Trimble. Mantiene el número de tres diputados, pero ha perdido uno ante Sinn Fein en una comarca en la que el IRA es una enorme organización dedicada a los negocios ilegales y donde concejales del partido de Hume han sido apaleados por matones republicanos. El SDLP tiene tres diputados porque ganó un escaño en Belfast gracias al reparto de votos entre las dos facciones unionistas. Trimble manifestaba en The Observer que la responsabilidad de lo ocurrido corresponde a Tony Blair, quien habría desarmado a su partido en su errada estrategia para lograr en realidad el desarme del IRA.