Diario de León

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El islamismo, ¿una coartada?

Publicado por
Miguel Anxo Murado
León

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El silencio informativo decretado sobre los disturbios de Andiján no está, seguramente, tan encaminado a ocultar sus efectos como sus causas. Al fin y al cabo, Islam Karímov, ha cimentado su dictadura sobre esa confusión. Es su tesis de que Uzbekistán y las demás repúblicas de Asia Central están amenazadas por el islamismo la que le ha congraciado con Moscú y Washington y, en consecuencia, la que le mantiene en el poder. Es por ello que, inevitablemente y a falta de informaciones precisas, se acepte que estamos ante una revuelta islamista. El islamismo uzbeko existe, es cierto. Se encuentra dividido en tres facciones principales. La más agresiva es el Movimiento Islámico de Uzbekistán (MIU), que luchó en Afganistán como aliado de los talibanes. Pero sus cuadros dirigentes cayeron prisioneros o muertos durante la última guerra y hoy se lo considera prácticamente aniquilado. Su vacío lo ha venido a ocupar el Hizbat Tahrir (HT), de orientación más religiosa que militar, algo similar al FIS argelino anterior a la guerra civil. El HT prohíbe la violencia a sus seguidores, y de hecho ni siquiera EE.UU. lo considera un grupo terrorista. A pesar de ello sus miembros son ferozmente perseguidos en Uzbekistán, cuyo gobierno exagera por sistema tanto su número como su radicalismo para justificar una represión que alcanza a toda la oposición. Consciente de cuál es su mejor baza, Karímov caracteriza rutinariamente en términos de extremismo religioso todos los desafíos a su poder, pero en casos como este de Andiján que nos ocupa hay razones para pensar que este elemento islámico pudiera ser secundario. En los últimos meses ya se han producido en el empobrecido Uzbekistán algunos episodios de violencia social, no religiosa, tales como los de Yizaj en febrero y abril, relacionados con la confiscación de tierras a los campesinos. En el caso de Andiján, la ciudad vivía ya en los últimos tiempos en estado de agitación constante a causa de la polí-tica predatoria del gobierno sobre el pequeño comercio. Significativamente, el detonante de la revuelta ha sido el encarcelamiento de veintitrés empresarios locales, cuyos negocios han sido también incautados por el Gobierno. A los empresarios se les acusa, por supuesto, de «extremismo islámico», en concreto de ser seguidores de la Akramiya. Pero, aparte de que existen muchas dudas acerca de la acusación, la Akramiya, una facción todavía más moderada que el HT y que rechaza el activismo político e insta a concen-trarse en la prosperidad y la caridad, difícilmente podría calificarse de extremista. Según algunos testimonios, habrían sido los antiguos empleados de estos empresarios los que habrían instigado las protestas. Estas pueden haber sido aprovechadas por los pequeños comerciantes descontentos (sobre todo las mujeres) y, finalmente, haber contado con una participación de los islamistas. Que estos se acaben adueñando de la situación y hagan realidad lo hasta ahora sólo parece una coartada de Karímov ya es otra cosa. RENTA PER CÁPITA Uzbekistán se situá entre los países más pobres de la zona ÍNDICE DE POBREZA Una de cada tres personas vive en la miseria

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