Diario de León

Karímov mantiene Andizán aislada del mundo exterior e impide la entrada incluso a la Cruz Roja

El?temor?a las represalias del ejército provoca?el?éxodo masivo de uzbekos

La población entierra a sus muertos en parques al llenarse los cementerios

Un grupo de hombres cavan fosas en un monte a las afueras de Andizán

Un grupo de hombres cavan fosas en un monte a las afueras de Andizán

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Sergio Inbert - moscú
León

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Ea ciudad uzbeka de Andizán, en donde el viernes el Ejército disparó contra los participantes en una manifestación pacífica, continuaba ayer cerrada a cal y canto al acceso de periodistas, observadores internacionales y organizaciones humanitarias. Ni siquiera la Cruz Roja ha sido autorizada a acudir en auxilio de los miles de heridos que causó el tiroteo. La cifra de muertos parece situarse definitivamente en torno a los 500 mientras unas 5.000 personas intentan desesperadamente huir a la vecina Kirguistán para ponerse a salvo de nuevos ataques. En Karasu, en donde el sábado fue reconstruido un viejo puente que une los dos puestos fronterizos sobre el río Sharijansái, la situación continuaba siendo tensa. Ese mismo día, un grupo de hombres armados, de los que participaron en los asaltos a la cárcel y la Administración local de Andizán, pusieron en fuga a las autoridades locales y fuerzas de seguridad. La multitud quemó numerosos vehículos policiales. El temor ahora es que las tropas enviadas por el presidente Islam Karímov, que se encuentran a las puertas de Karasu, vuelvan a intervenir. De hecho, en el cercano poblado de Tefektosh hoy hubo enfrentamientos entre soldados y guerrilleros islámicos. Al parecer, murieron ocho soldados uzbekos. Las refriegas tuvieron también lugar en otros puntos cercanos a la frontera kirguisa. La zona está siendo sobrevolada constantemente por helicópteros de combate. La frontera en el paso de Karasu fue abierta ayer y no se volverá a cerrar hasta dentro de cinco días. La cola en el puesto de control es enorme debido a que los guardafronteras kirguises comprueban meticulosamente la documentación a fin de evitar que se cuelen extremistas. Ya en el lado kirguís los refugiados están siendo alojados en un campamento provisional y atendidos por médicos del comité local de la Cruz Roja. Según la agencia Fergana.ru, algunas personas presentaban heridas de bala. Las vecinas ciudades kirguisas de Jalal-Abad y Osh, famosas por que en ellas comenzó el movimiento de protesta que derribó al presidente kirguís, Askar Akáyev, están habitadas mayoritariamente por uzbekos, muchos de los cuales tienen familiares en Andizán y en otras localidades de la parte uzbeka del valle de Ferganá. Bloqueada Andizán continuaba hoy bloqueada por unidades del Ejército. El interés del Gobierno uzbeko en ocultar la magnitud de la matanza unido al hecho de que, de acuerdo con la tradición musulmana, se está intentando enterrar a los muertos lo antes posible está haciendo imposible llevar a cabo un recuento riguroso de las víctimas aunque, según distintos testimonios, hubo no menos de 500 muertos y cerca de 2.000 heridos. Vigilados de cerca por soldados, los habitantes de Andizán daban sepultura a sus seres queridos, no sólo en los cementerios, sino incluso en los parques. Pese a la tensión que aún se respira en el ambiente, la situación en Andizán era ayer de tranquilidad. El ministro británico de Exteriores, Jack Straw, acusó a Karímov de pisotear los derechos humanos en su país y de demostrar en su actuación un desprecio total a la democracia y a la transparencia. Su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, por su parte, vino a decir que el presidente uzbeko no tenía otra salida más que el uso de la fuerza. «Lamentablemente no se han podido evitar las víctimas», señaló Lavrov en Viena ante un grupo de periodistas. «Se ha producido un claro abuso de los derechos humanos y una falta de democracia» Jack Straw Ministro británico de Exteriores

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