Un latino vuelve a mandar en Los Ángeles 133 años después
Pese a su poderoso apellido, James K. Hahn ha perdido el Ayuntamiento de Los Ángeles en favor de un latino de origen humilde que simboliza la unión de razas y creencias
La de Antonio Villaraigosa, el demócrata de origen mexicano que ayer ganó la alcaldía de Los Ángeles, ha sido una victoria histórica. Convertido en el primer alcalde latino de la segunda ciudad estadounidense desde 1872, no sólo ha conseguido una alcaldía que perdió en el 2001 contra James K. Hahn -un hombre que, a pesar de su poderoso apellido, nunca conectó con los ciudadanos- sino que además representa la imparable ascensión de los latinos en la política californiana, que no controlaban el consistorio desde hace 133 años, cuando Cristóbal Aguilar dirigía el entonces punto fronterizo de 6.000 habitantes. La sólida victoria de Villaraigosa en la segunda vuelta le dio el 58,6% de los votos, frente al 41,34% de Hahn, si bien la participación sólo llegó al 30,5%. Además, la batalla entre el demócrata latino y su oponente, miembro de una prominente familia política de Los Ángeles, recordó a las elecciones de 1973, cuando Tom Bradley se alzó como el primer alcalde negro de la ciudad. Los ciudadanos prefirieron esta vez a Villaraigosa, de 52 años, que durante la campaña se perfiló como un candidato que podía unir a los grupos étnicos y raciales de una ciudad donde el 48% de la población es de origen hispano, el 31% son blancos, el 11% asiáticos y el 10% afroamericanos, y que está considerada como la más políglota del país, con unos 150 idiomas diferentes. «No importa si creces en el este o el oeste, si eres del sur o de Sylmar. No importa si vas a trabajar en un coche último modelo o en autobús, si rezas en una catedral, una sinagoga o una mezquita. Todos somos de esta ciudad», dijo Villaraigosa poco después de la medianoche del martes, cuando su victoria ya era oficial, destacando el mensaje de unidad de su campaña. «Hoy estoy aquí porque la gente creyó en mí. Nuestro propósito es unir a esta gran ciudad, igualar a todas las comunidades y barrios», añadió, mientras sus seguidores, reunidos en la fiesta que Villaraigosa organizó en el Downtown para celebrar su histórica victoria, repetían en español «sí se puede», el grito de guerra de los hispanos en Estados Unidos. Villaraigosa es ahora un perfecto ejemplo norteamericano de que ese «sí se puede» empieza ya a funcionar. Hijo de mexicanos, curiosamente le ocurre lo contrario que al último alcalde hispano de la ciudad de Los Ángeles, que perdió las elecciones frente a su adversario «gringo» por su pobre dominio del inglés. Ahora será el demócrata Villaraigosa quien tenga que perfeccionar más su español, pese a haber crecido en el barrio latino de Boyle Heights.