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Primera soldado de Estados Unidos condenada por torturar a iraquíes

Publicado por
Óscar Santamaría - corresponsal | washington
León

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La reservista del Ejército estadounidense Sabrina Harman fue condenada ayer a seis meses de prisión por su participación en las torturas cometidas en Abu Ghraib, una sentencia mucho más indulgente que los cinco años y medio a los que se enfrentaba por los seis delitos, de siete, de los que fue encontrada culpable. En la benévola decisión del jurado militar de Fort Hood, Tejas, pesaron las disculpas ofrecidas por esta ex gerente de una pizzería que fue enviada a Irak de forma precipitada y sin el entrenamiento debido, algo en lo que centró su defensa. «Como soldado no he cumplido con mis obligaciones. Quiero pedir perdón a todos los detenidos. No sólo fallé al pueblo iraquí, lo hice también a todos y cada uno de los soldados», dijo con la voz quebrada antes de recibir la sentencia. Harman reconoció su culpa. «Las decisiones que tome fueron mías, solo mías». La joven de 27 años es una de las caras más conocidas del escándalo de los abusos en la cárcel iraquí, cuyas fotografías recorrieron el mundo hace un año. Harman aparece en varias de ellas, algunas de las más tristemente famosas: detrás de una pirámide de presos iraquíes o con el pulgar en alto al lado de un muerto en una bolsa de plástico. También fue la responsable de colocar a un preso encapuchado subido a una pequeña caja, con cables en sus manos, bajo la amenaza de ser electrocutado si ponía un pie en el suelo. Ni una hormiga Estas imágenes contrastan con la ofrecida durante el juicio por algunos de sus compañeros, que llegaron a describirla como incapaz de matar una hormiga. «Es muy naïve, una chica inocente que no supo cómo reaccionar a esa experiencia (en Abu Ghraib)», dijo su abogado Frank Spinner. Harman es la segunda soldado de bajo nivel sentenciada por este caso. Su compañero, el especialista Charles Graner fue condenado en enero a 10 años de prisión, mientras que otros seis han llegado a acuerdos con los tribunales. Aún queda pendiente el caso de la soldado Lynndie England, cuyo juicio fue suspendido y deberá empezar de nuevo en un par de semanas. Entretanto, ayer en Irak, los suníes han responsabilizado al actual Gobierno de Bagdad, de mayoría chií, de estar tras la última oleada de violencia, y han acusado incluso a agentes del Ministerio del Interior de secuestrar y torturar a sus correligionarios. Además han pedido la dimisión de los mi-nistros de Defensa e Interior. El gobierno iraquí prometió ayer que vencerá lo antes posible la violencia en el país y dijo que para alcanzar este objetivo contará con la ayuda de sus países vecinos, incluido Irán, cuyo canciller realiza una visita histórica a Bagdad. «Vamos a trabajar arduamente para hacer de Irak un remanso de paz», declaró el ministro de Defensa, el suní Saadun al Dulaimi, a la prensa en Bagdad, mientras que la violencia actuaba sin piedad: cuatro muertos más y 22 heridos ayer. «Estaremos listos, en coordinación con el ministerio del Interior, para asumir esta tarea y verán que somos capaces de preservar la sangre de los iraquíes», aseguró Dulaimi. «Vamos a reunir a los comandantes en el terreno, resolver sus dificultades y hacer todo para que restablezcan el orden. Las fuerzas amigas tendrán en algunas semanas o algunos meses un papel de apoyo», afirmó. Dulaimi espera que los países vecinos, «especialmente los hermanos de Irán, ayuden a estabilizar la situación en Irak al tener en mente que la idea de la seguridad de Irak le conviene a la seguridad de ellos».