La oleada de coches bomba pone fin a la euforia norteamericana en Irak
Las masacres que han dejado en Bagdad 21 atentados con coche bomba en menos de un mes -casi tantos como en todo el año pasado- ha borrado la euforia que reinaba entre los generales estadounidenses tras el éxito de las primeras elecciones democráticas del 30 de enero pasado. Sólo lo han admitido en secreto, ya que la política del Gobierno de George W. Bush de poner «caras iraquíes» a las noticias que salen de Irak les prohíbe hablar con los medios de comunicación. Los 21 coches bomba de mayo han dejado más de 500 muertos e incontables heridos. Un dato revelador porque la política del Pentágono es no contar los muertos iraquíes. El último gran estudio que se realizó data de octubre pasado, cuando la revista médica The Lancet cifró en 100.000 los civiles fallecidos violentamente desde la invasión de marzo del 2003. La mitad de los muertos de este mes eran miembros de las nuevas fuerzas de seguridad iraquíes que se entrenan bajo un programa de Bush, lo que explica la desmoralización de las fuerzas iraquíes. Los oficiales norteamericanos se sienten frustrados con la falta de avances en la eficacia de los 160.000 hombres equipados.