Diario de León

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Alemania lanza una señal a Francia con su claro «sí» a la Constitución Ocho razones del no galo

El rechazo a la Constitución europea lleva parejo un voto de censura al Gobierno y a los excesos de la liberalización económica

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Beatriz Juez Domingos Sampedro - corresponsal | berlín corresponsal | parís
León

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El Gobierno alemán confían en que el claro «Ja» (sí, en alemán) que Alemania ha dado a la Constitución Europea se traduzca mañana domingo en un «oui» (sí, en francés) cuando los franceses acudan a las urnas a votar en un referéndum la primera Carta Magna europea. El Bundesrat, la Cámara alta en la que están representados los Estados federados, aprobó ayer casi por unanimidad la Constitución con 66 votos a favor y 3 abstenciones de los 69 votos posibles. Sólo se abstuvieron, por cuestiones de política interna, los tres representantes del Estado federado de Mecklemburgo-Pomerania Occidental. En el Bundesrat, estuvo presente el ex presidente francés y «padre» de la Constitución europea, Válery Giscard d'Estaing. «La doble ratificación en Alemania y Francia marcará un capítulo histórico para el futuro de la Constitución y para Europa. A partir del 30 de mayo, franceses y alemanes estamos llamados a velar para que este sueño común se convierta en la realidad de Europa» dijo Giscard d'Estai. Con su claro «sí» a la Constitución europea, Alemania se convierte en el noveno país de los 25 que forman la UE en aprobar la Carta Magna. Desde colectivos antigloba-lización como Attac hasta la derecha reaccionaria de Le Pen. Pero también escritores, artistas, ecologistas medios de comunicación como L¿Humanité o Le monde diplomatique y buena parte de la socialdemocracia. En Francia, el voto del no ha enraizado en infinidad de sectores. Estos son sus motivos. Los servicio públicos. Es uno de los debates favoritos de la sociedad francesa y pesará mucho en el referéndum de mañana, pues más de una vez se paralizó el país para reclamar servicios públicos de calidad e incluso dimitieron 263 concejales de todos los partidos para protestar por el cierre de escuelas u oficinas de correos. La deslocalización industrial. Ejecutivos franceses que peinan canas ya estudiaron en la facultad este fenómeno, con ejemplo doméstico como el de Thomson. Pero el debate sigue vivo y a diario la prensa informa de traslados industriales hacia Eslovaquia u otros recién llegados a la UE. «Made in China» La presencia de productos textiles chinos en Francia, y de cualquier otro país de la UE, es tan apabullante que es el ejemplo al que se ha agarrado la plataforma del no para desenmascarar lo que de perverso puede tener la liberalización económica. La directiva Bolkestein. La normativa europea sobre libre prestación de servicios es otro ejemplo del rechazo que a veces suscitan las decisiones comunitarias, pues que a Francia puedan llegar trabajadores de Polonia con las condiciones de su país, no es fácil de aceptar para muchos. La sanción a Raffarin. El referéndum se produce en un momento en que los franceses pueden evaluar claramente los tres primeros años del Ejecutivo de centro-derecha de Jean-Pierre Raffarin, que emprendió una caída libre en las encuestas de popularidad. La hora de vengarse. En la primavera del 2002, a la izquierda francesa no le quedó más remedio que apoyar con su voto la elección de Jacques Chirac como presidente. La otra opción era el ultraderechista Jean-Marie Le Pen, pues el socialista Lionel Jospin cayó derrotado en la primera vuelta. La ampliación europea. En 1972, los franceses no dudaron en apoyar en las urnas el ingreso de Gran Bretaña en la UE (68,3% a favor), aunque muchos se hayan arrepentido después. Pero no hubo más consultas sobre la ampliación, y eso que ingresaron 16 países más. La adhesión de Turquía. Es, para muchos, el colmo de las ampliaciones. La clase política francesa la apoya, si bien la ciudadanía la rechaza o la teme, consciente de que a Europa y a Francia les puede aportar más problemas que oportunidades. El embajador turco ante la UE, Mustafa Oguz Demiralp, es consciente de que su país no acaba de caer simpático en París, y quizás por ello admitía en una entrevista: «A Turquía se nos ha aconsejado no hacer nada y no ser demasiado visibles en este momento delicado».

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