Diario de León

Las urnas dividen familias y amigos

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La división de la sociedad francesa ha complicado la vida de muchas familias durante esta campaña larga y apasionada como para mantener la calma. El voto se divide entre el sí y el no en hogares de derechas y, sobre todo, de izquierdas hasta elpunto de que las tensiones han obligado a aplazar comidas de domingo, aniversarios y primeras comuniones para evitar que la sangre llegue al río. Las diferencias en la familia Mitterrand se hicieron públicas cuando su viuda Danielle anunció su no a esta Constitución «demasiado liberal». La también presidenta de la fundación humanitaria France Libertés entiende que el tratado no presenta una visión «solidaria» de la economía europea. La víspera, su hijo pequeño Gilbert, alcalde socialista de Libourne, hacía campaña por el sí en un mitin-homenaje al fallecido presidente con ocasión del aniversario de su elección. «Compartimos el mismo ideal, pero mamá dice no». Eso a pesar de que Gilbert intentó «convencerla hasta la una de la madrugada». La división es tal que al acto no fue invitado el número dos del Partido Socialista, Laurent Fabius, y detractor de la Constitución. Parejas bien avenidas han entrado en crisis; otras han descubierto aspectos nunca sospechados en su cónyuge, como Armelle que tomando el aperitivo en una terraza sufrió el primer comentario machista de Michel en 20 años de matrimonio. Ella por el no, él por el sí y el hijo de ambos en medio... «estamos hablando entre hombres». Claire, una joven funcionaria, ha dejado de visitar a sus padres estos días para ahorrarse «las discusiones subidas de tono» de estos dos «viejos militantes comunistas». A ella, el cuerpo le pide votar no, pero su «sentido de la responsabilidad» le obliga a lo contrario. Léonie, matriarca de una familia supernumerosa, ha suspendido todas las fiestas después de que en la primera comunión de una de sus sobrinas, hermanos, cuñados y primos estuvieran a punto de llegar a las manos. En los restaurantes, los dueños admiten que se habla de la consulta en una de cada dos mesas y la mitad de las discusiones acaban en bronca. Hay gente como Isabelle que simplemente ha decidido «evitar a ciertos amigos con la esperanza de conservarlos». Nada será como antes Sea cual sea el resultado de hoy, nada será ya como antes ni en el gobierno ni en la oposición. Todos han prometido sacar conclusiones y lo primero que esperan los franceses es un cambio de gobierno. Nadie duda de que el «nuevo impulso» prometido por Jacques Chirac empieza por desalojar a Jean-Pierre Raffarin del palacio de Matignon. Su agenda ha estado prácticamente vacía desde el miércoles y sus consejeros preparan las maletas. Su única cita oficial es mañana para un último Consejo de Ministros. Todo apunta al actual ministro de Interior como próximo jefe del ejecutivo. Ayer corría el rumor de que Dominique de Villepin tiene ya formado su gobierno. Aún así, otros tres ministros aspiran a suceder a Raffarin: la de Defensa, Michèle Alliot-Marie; el de Sanidad, Philippe Dousto-Blazy, y el de Trabajo, Jean-Louis Borloo. Y, por supuesto, Nicolás Sarkozy, proclamado como «el político más popular de la derecha» por sus propios compañeros de partido. Si el nogana con holgura las cosas pueden ponerse muy feas en los dos años que le quedan de mandato a Jacques Chirac.

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