Diario de León

| Análisis | La «colonización islámica» |

Un archipiélago de conflictos

Publicado por
Miguel Anxo Murado
León

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El conflicto de las Célebes tiene su origen lejano en la política de colonización islámica emprendida bajo la dictadura de Suharto, cuando decenas de miles de musulmanes fueron asentados en este archipiélago de fuerte presencia cristiana. Esto condujo en 1998 a un primer estallido grave de violencia. Entonces, en medio de una histeria colectiva que incluyó acusaciones (falsas) de prácticas de magia negra y acusaciones (verdaderas) de atrocidades mutuas, centenares de personas perdieron la vida. Tras una breve tregua, los disturbios se reanudaron en el 2000, al calor de la secesión de Timor Este, para volver a un estado de latencia al año siguiente con el acuerdo de Malino. Pero la violencia no ha cesado nunca, con episodios como la matanza de una docena de cristianos en Poso hace año y medio. Es precisamente el fantasma de lo sucedido en Timor Este el que planea sobre conflictos ínter comunitarios como el de las Célebes. Es la obsesión por la integridad territorial la que ha llevado al gobierno indonesio a permitir cierto margen de maniobra a los grupos yihadistas , lo que para muchos no sólo ha propiciado la violencia en estas regiones sino también la creación de un campo de reclutamiento para el terrorismo islámico. Uno de los resultados de esta política habrían sido atentados como el del Hotel Marriot de Yakarta y el de Bali. El alejamiento entre Indonesia y Occidente a causa de la secesión de Timor ha ayudado a esta deriva indeseada. En todo caso, lo cierto es que en los últimos tiempos Yakarta había logrado controlar por la fuerza los focos de disensión dentro del país. El movimiento independentista musulmán de Acheh, en Sumatra, se encuentra en franca retirada y ahora se conforma con una autonomía; los independentistas de Papúa han sido aplastados de manera brutal por las temibles Kopassus (fuerzas especiales del ejército indonesio), lo mismo que la rebeldía de las islas Molucas, vecinas de las Célebes. Incluso en este archipiélago se había logrado un acuerdo entre el líder de los yihadistas , Adnal Artad, y el jefe local cristiano, Rinaldi Damanik, hace menos de un mes. El atentado de ayer, evidentemente, no ha ocurrido a pesar de ese acuerdo sino que tiene la clara finalidad de hacerlo saltar por los aires junto con el mercado de Tentena. ¿Quién tiene ese interés? Todo apunta obviamente a un grupo musulmán radical, lo que con el precedente de Bali disparará sin duda las alarmas en Washington y Sydney. Aunque con mucha cautela, algunos expertos tampoco descartan algún grado de complicidad del ejército que, en Indonesia tiene una tradición de indisciplina frente al poder civil, algo que llegó a instaurarse por ley bajo Suharto (la llamada dwi fungsi , doble función). La anterior presidenta, Megawati Sukarnaputri, inició una reforma sustancial del Ejército, pero su sucesor, el presidente Yudhoyono es un antiguo general de Suharto que se debate entre seguir esa senda y arriesgarse a perder el control, o rearmarse para dar una imagen de fuerza que le acerque de nuevo a Washington.

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