Diario de León

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Europa ya no es un negocio

A los holandeses no les cuadran las cuentas: aportan más que nadie a la UE pese al retroceso económico, y sus liberales leyes sociales chocan con la intolerancia de candidatos como Turquía

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Domingos Sampedro - holanda
León

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A Holanda no le acaban de cuadrar las cuentas con la Unión Europea (UE). Es el país que aporta más dinero a las arcas comunitarias -en torno al 0,5% de su riqueza per cápita-, y también el que menos recibe a cambio. Y para quien presume de una brillante tradición comercial, esto no es un negocio. En los Países Bajos, cualquier debate de calado tiene que pasar primero la prueba de la calculadora. Y la UE, no es una excepción. Aquí todo se compra y se vende, se trafica con las cosas más insospechadas e incluso su gran festividad nacional, el Koninginedag (Día de la Reina), es una especie de oda al comercio, en la que los holandeses, en vez de escapar al campo, lo que hacen es madrugar más que nunca para montar un tenderete y vender a saldo los cachivaches que almacenan en los desvanes. «Holanda es un país de comerciantes, que pone una conciencia excesiva en el valor del dinero», señala Sylvain Ephimenco, cronista del diario Trow. «Y en tanto que Europa era una estructura económica, agrega, los holandeses estaban a favor, por el provecho que le sacaban». Pero cuando más avanza la UE hacia la unión política, vía que afianza la nueva Constitución, más se rasgan las vestiduras. Retroceso económico La situación económica tampoco ayuda demasiado. En el último medio año, la economía holandesa retrocedió un 0,1%, mientras la española crecía en un 1,8%. Y cada vez hay más voces que son partidarios de rebajar su contribución a Bruselas para destinarla a sus propias ne-cesidades. Evaristo Daporta, un empresario gallego del ramo de las nuevas tecnologías afincado en Ámsterdam, apunta: «Quéixanse moito do que pagan á UE, están convencidos de que lles sae moi caro e que non lles aporta nada». Esa Holanda celosa del monedero es la que, en gran medida, da aliento al no a la Constitución que reflejan todos los sondeos. Pero sobre todo, son quienes ven en la Unión Europea una amenaza contra la soberanía holandesa y el mantenimiento de sus liberales leyes sobre las drogas blandas, los matrimonios homosexuales o la eutanasia. Zona oeste de Keizersgracht, en Ámsterdam. Muy cerca del museo dedicado a la niña judía Anna Frank se levantó un monumento a la comunidad homosexual de la ciudad, llamado Homomonument, curiosamente erigido con varias toneladas de granito importadas desde O Porriño. En el colegio electoral de este sector es donde acude a votar Sophie Kruideren, 38 años. Y alentará el no. Su argumento: «Dudo que un país como Turquía sea capaz de comprender la tolerancia que existe en Holanda».

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