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Publicado por
Enrique Vázquez
León

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El presidente Bush, sin verdadera opción, reiteró su convicción de que hay un camino hacia la victoria en Irak, enumeró los progresos y repitió que no se puede dejar el país hasta que el trabajo esté concluido con la capacidad del país para garantizar su propia seguridad. No hubo -no podía haber- novedades dignas de mención y el portavoz presidencial, Scout McClellan, lo había dejado caer antes del mensaje para evitar falsas expectativas. Si acaso, lo que parece un intento de poner orden en los mensajes oficiales, contradictorios según los emitan el general Abizaid, el vicepresidente Cheney o el secretario Rumsfeld, con diagnósticos muy distintos sobre la situación. La alocución, en la mejor hora de la TV y desde la sede de la legendaria División 82 aerotransportada en Fort Bragg, coincidió con la difusión de un nuevo sondeo (ABC-The Washington Post) algo menos categórico que los dos precedentes, porque sólo el 15% de los preguntados patrocina una evacuación ya, pero que da mayorías apreciables negativas sobre el conjunto: no valió la pena considerando las pérdidas y el coste y los Estados Unidos están empantanados en Irak. Bush sitúa hábilmente la guerra en el marco general de la lucha contra el terrorismo, un registro en el que goza todavía de credibilidad y este argumento es el que su adversario demócrata John Kerry (que, entre paréntesis, podría considerar la posibilidad, infrecuente, de aspirar de nuevo a la candidatura) contradice en un artículo aparecido ayer en el The New York Times: gracias a la invasión, Irak, dice, «se ha convertido en lo que no era: un vivero de yihadistas». Esta es otra prueba del fenómeno que, en el fondo, es más relevante: la guerra de Irak está llegando a ser lo que fue en la campaña de las presidenciales: el tema central. Y hay argumentos contundentes: desde que hace exactamente un año concluyó la ocupación y técnicamente se devolvió la soberanía han explosionado 485 coches-bomba, han muerto 2.225 iraquíes y 890 soldados norteamericanos (de un total de 1.741). Hay, además, daños colaterales relevantes, como la fuerte caída en el reclutamiento de tropas (menos 40%), se han gastado más de 50.000 millones de dólares y la aceptabilidad norteamericana en el mundo árabe-musulmán está en mínimos históricos (encuesta Pew de la semana pasada). Pero, ¿qué hará Bush, que no podrá ser candidato de nuevo?