Blair afianza su liderazgo por la gestión de la crisis

La gestión de la crisis terrorista ha contribuido a afianzar al primer ministro británico, Tony Blair, cuyo liderazgo parecía menoscabado por la impopular guerra de Irak. Con instinto político como pocos dirigentes de una época en la que predominan los líderes burócratas, Blair supo dar la medida de su talla de gobernante. Rápido de reflejos, Blair, que estaba presidiendo en Escocia una reunión del G-8 optó por no suspender la cumbre. Además, asumió con valentía y claridad la autoría islamista de los ataques y, aunque controló la información, no facilitó conjeturas que desvirtuaran la realidad. Los atentados hacen ya de la seguridad una cuestión central de los Juegos Olímpicos de 2012, que no destacaba especialmente en la candidatura. Los promotores confiaban en la experiencia de la policía británica en materia de información y antiterrorismo y habían destinado poco dinero para la seguridad.