Diario de León

El presidente de Serbia se arrodilla ante la masacre de Srebrenica

A manos de los serbios-bosnios, cerca de 8.000 musulmanes fueron asesinados mientras la comunidad internacional y la ONU no hicieron nada por detener la aniquilación

Una niña observa las tumbas de más de seiscientos musulmanes bosnios en los funerales de ayer

Una niña observa las tumbas de más de seiscientos musulmanes bosnios en los funerales de ayer

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colpisa / afp | bosnia Herzegovina

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Bosnia conmemoró ayer en medio de un amplio dispositivo policial el décimo aniversario de la matanza de casi 8.000 musulmanes por las fuerzas serbias en Srebrenica en julio de 1995, que pasará a la historia como la peor carnicería cometida en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Miles de personas participaron en los fastos, que estuvieron marcados por la presencia del presidente serbio Boris Tadic, que viajó a Srebrenica para rendir homenaje a las víctimas, en el primer gesto de este tipo que realiza un presidente serbio. Con un traje negro y una corbata negra con rayas blancas, y rodeado por un importante dispositivo de seguridad, Tadic se inclinó ante los restos mortales de 610 víctimas, antes de unirse a las personalidades internacionales presentes. Los ministros de Relaciones Exteriores británico, francés y holandés, Jack Straw, Philippe Douste Blazy y Ben Bot, así como el presidente del Tribunal Penal Internacional (TPI), Theodor Meron y el ex diplomático norteamericano Richard Hoolbrook, estuvieron presentes. Éste último es el artífice del acuerdo de Paz de Dayton, que puso fin a la guerra interétnica en Bosnia, que duró de 1992 a 1995. En su discurso Jack Straw dijo que «la vergüenza de la comunidad internacional» no pudo impedir la masacre, y leyó un mensaje de su primer ministro, Tony Blair. En su mensaje Blair estimó que los autores de los atentados de Londres del jueves pasado, que causaron al menos 52 muertos y 700 heridos, «pretenden sembrar el odio entre las religiones y las culturas» y que «es nuestro deber ante la humanidad actuar de forma que no lo consigan jamás». El papel de los cascos azules Para el pueblo holandés el nombre de de esta ciudad situada al éste de Bosnia estará siempre relacionado con el fracaso de los cascos azules holandeses de Unprofor (Fuerza de Protección de las Naciones Unidas). Los militares holandeses, destacados en Srebrenica, enclave musulmán bajo la protección de las Naciones Unidas, fracasaron a la hora de cumplir su tarea; velar por el mantenimiento de la paz en un momento muy necesario cuando las vidas de los habitantes y refugiados musulmanes de la ciudad estaban siendo amenazadas por el ejército serbo-bosnio del general Ratko Mladic, que actuaba a las órdenes de Radovan Karadzic, ambos aún en libertad. Se daba por supuesto que los beligerantes percibirían el envío de los cascos azules holandes como símbolo de la neutralidad y el mantenimiento de la paz y de la seguridad de su población. Nada más lejos de la realidad; la solución pacífica de los conflictos que estaban asolando los enclaves étnicos en Bosnia pasaba por una realidad mucho más compleja e inaccesible en cuanto a soluciones procedentes de la comunidad internacional. El origen A principios de 1993, el comandante de la fuerza de paz de las Naciones Unidas, Unprofor, el general francés, Philippe Morillon, viajó a Srebrenica en un gesto de solidaridad con los musulmanes, para que supieran que el mundo se acordaba de ellos. Sus superiores dentro de la ONU se habían opuesto al viaje, por temor a que Morillon hiciese promesas que no podría cumplir. Efectivamente, los musulmanes sólo permitieron que se marchara, después de declarar que el enclave quedaba bajo protección de las Naciones Unidas. Esta declaración fue el origen de todos los problemas posteriores, cuando las fuerzas armadas serbias invadieron el enclave para la matanza final, un hecho que los cascos azules holandeses no lograron reconocer. «Safe Aerea» o «zona segura», el término utilizado por la ONU, sugiere que quien estuviera en el enclave estaría a salvo de todo. En caso de ser atacados a pesar de ese mágico estatus de «safe aerea», la fuerza de paz ahuyentaría a los asaltantes como por arte de magia. Cuando los soldados holandeses en 1994 tomaron sus posiciones en el enclave, se dieron cuenta que las cosas no eran tan simples. Los serbobosnios no cooperaron, no permitieron el paso de convoyes con alimentos ni con unidades de refuerzo, pero los musulmanes tampoco se mostraron dispuestos a colaborar: se negaron a entregar todas sus armas, y no se deshicieron de sus hábitos de robo y pillaje que habían adquirido en la época en que pasaban hambre. La idea del «puerto seguro» resultó fatal, le dio a la gente (musulmanes, fuerzas de paz y al cuartel general de Unprofor en Zagreb) una falsa sensación de seguridad en un momento en que no había razón alguna para sentirse seguro. Los holandeses no pudieron disuadir en absoluto al Ejército serbo-bosnio, comandado por Ratko Mladic, pues portaban armas ligeras, la ONU sólo les permitía defenderse y no tenían ninguna posibilidad para emprender acciones; además, los cascos azules estaban agotados tanto física como psíquicamente, y su comandante era incompetente. Así mismo, la comunicación entre los oficiales de la ONU y el ministerio holandés de Defensa, Frank De Grave, era deficiente; la entrada serbia era ya un hecho. Informes posteriores, como los del Instituto Holandés de Documentación de Guerra, en sus 6.000 páginas, tachaba la misión de la ONU, materializada en el despliegue de los cascos azules holandeses, como algo «impremeditado y prácticamente imposible». Los holandeses no pudieron disuadir, en absoluto, al ejército serbo-bosnio. El 11 de julio de 1995, conquistaron el enclave y, en los días siguientes, más de 7.500 hombres y jóvenes musulmanes fueron masacrados por los invasores. Diez años después Pasados diez años de la caída del enclave musulmán de Srebrenica, cuatro personas han sido condenadas por su participación en la masacre de casi 8.000 hombres musulmanes. El Tribunal Penal Internacional que juzga los crímenes de guerra cometidos en la ex Yugoslavia, TPI, ha acusado a 19 personas por haber participado en el genocidio en Srebrenica; 16 de ellos se han entregado al Tribunal y 3 siguen fugitivos: Radovan Karadic, el general Ratko Mladic y su subcomandante Zdravko Tolimir.

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