La peor hipótesis: todos eran británicos
El desconcierto de la familia de Shahzad Tanweer no era ayer sólo el suyo, también era de todo el Reino Unido. La peor pero también las más probable de las hipótesis se ha confirmado: los terrorista suicidas que mataron a docenas de personas en Londers eran británicos, británicos de ascendencia pakistaní. Y uno de ellos era Shahzad, de quien su familia sospechaba tan poco que hasta denunció su desaparición. Es otra bomba más, la quinta, esta sobre la convivencia en Gran Bretaña. Gran Bretaña es veterana en revueltas de jóvenes jamaicanos, africanos, irlandeses, británicos lealistas... Tanweer y otro de los terroristas eran de Bradford (Yorkshire), precisamente el epicentro de los llamados «disturbios de Bradford» del 2004, un estallido de violencia comunitaria que enfrentó a jóvenes pakistaníes con la policia durante días. Y sin embargo, sería un error considerar aquello como un precedente (y de hecho, Tanweer no participó en los disturbios de aquel año). Esto es algo diferente, y eso es ahora lo que preocupa. Terroristas con «clase» Lo que tenemos aquí no son jóvenes abocados al desempleo y la pobreza, sino muchachos de clase media, con porvenir, bien integrados (la pasión de Tanweer antes de irse a estudiar religión a Pakistán en unas vacaciones, era el más inglés de los deportes, el cricket). Ni siquiera se trata de un fenómeno equiparable al del terrorismo de Ulster, donde resultaba fácil para los jóvenes católicos y protestantes criminalizarse en un contexto de violencia generalizada. Nada de esto se daba en el caso de los terroristas de Londres, que vivían en hogares relativamente acomodados, con estudios y un futuro. Desafío al musulmán Shahid Malik, un diputado laborista, él mismo de origen pakistaní y representante en el parlamento de un condado próximo a la zona de donde procedían los terroristas lo decía ayer: «Este es el mayor desafío al que se ha enfrentado la comunidad musulmana británica en toda su historia». Pero lo cierto es que nadie sabe qué puede hacerse para atajar un fenómeno que amenaza con resquebrajar a toda la sociedad, un fenómeno que nace del odio.