Diario de León

El ejército y la policía de Israel trata de impedir que los manifestantes lleguen a la franja

Al menos 25.000 israelíes protestan en Gaza por el Plan de Descolonización

La «rebelión naranja» intenta acceder a los asentamientos judíos de la ciudad para evitar el desalojo

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Carmen Postigo - efe | netivot

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Una riada humana naranja, color de los activistas contra la retirada de Israel de Gaza, cubrió ayer las carreteras que llevan a la localidad israelí de Netivot, cerca de la franja de Gaza, y que unos 25.000 radicales israelíes han logrado alcanzar, pese a las medidas policiales para impedirlo. Miles de activistas israelíes y simpatizantes de los colonos, a bordo de autobuses y vehículos particulares y algunos a pie, todos ellos con el lazo naranja, han colapsado las carreteras que desembocan en Netivot, ciudad israelí contigua al bloque de asentamientos de Gush Kativ, en la franja de Gaza. El lugar de reunión en Netivot es la tumba de un venerado santón marroquí de origen judío, Baba Sali, y desde allí los manifestantes tienen previsto marchar hoy hacia el bloque de asentamientos de Gush Kativ para mostrar «nuestra solidaridad con nuestros hermanos», según decía una pancarta. El ejército impide el paso El ejército israelí, sin embargo, ha instalado un férreo control en el cruce de Kissufim, en la entrada de la franja de Gaza, de donde -ya han advertido- no pasarán. Unos 20.000 policías israelíes, agentes de policías de frontera y fuerzas del Ejército aguardan en Netivot y más allá, a los lados de la carretera que lleva a la franja de Gaza, bases militares salpican su corto recorrido. Los activistas responden a los llamamientos contra el Plan de Desconexión de dirigentes como el diputado Israel Eldad, del partido ultraderechista Unión Nacional, quien -tras impedir la policía el paso de algunos autobuses- ha invitado a los activistas a caminar hacia el lugar de cita bajo un sol cegador. Además de la marcha, muchos tratarán de introducirse en los asentamientos de la franja de Gaza y hacerse fuertes en ellos: esa es una de las consignas de los colonos que acuden desde Cisjordania. El primer ministro israelí, Ariel Sharón, ordenó la semana pasada el cierre de la franja de Gaza a los no residentes precisamente para evitar que miles de extremistas se atrincheren en los asentamientos. Al otro lado de la frontera, en el asentamiento de Nevé Dekalim, el más cuidado del bloque de asentamientos de Gush Katif, los colonos beben limonada y esperan la llegada de la «rebelión naranja».

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