| Crónica | Secuelas de una seguridad rota |
La otra amenaza
La posibilidad de más ataques terroristas en suelo londinense lleva a los conductores de trenes a lanzar un órdago a Blair: O blinda el metro o recurrirán a la huelga. Todo patra evitar ser el escenar
A la inestabilidad política y la conmoción social que planea sobre Londres tras los ataques terroristas se suma ahora un posible caos ferroviario. Los conductores de trenes del metro de Londres amenazaban ayer con ir a la huelga si la dirección no aumentan la seguridad en la red de transportes, que ha sido objeto últimamente de dos series de atentados. El sindicato de Transportes por Carretera y Marítimos ha anunciado que podría consultar a sus 11.000 miembros si aceptan tomar esa medida de fuerza en el caso de no llegar a un acuerdo con la dirección. Entre las exigencias que piden los conductores se encuentra el de tener garantías de que se reforzará el personal y se tomarán medidas de seguridad adicionales tras los atentados, el primero de los cuales, ocurrido el 7 de julio, causó 56 muertos, incluidos los cuatro terroristas suicidas, y uno setecientos heridos. El sindicato reclama guardias de seguridad en todos los trenes, más personal en las estaciones, así como mejor entrenamiento para situaciones de emergencia y equipo de seguridad. Los empleados del metro acusan al organismo que gestiona la red de transportes londinense de haber reducido la plantilla y relajado los reglamentos de seguridad para casos de incendio. El metro londinense fue uno de los escenarios elegidos por los terroristas para atentar en suelo británico. Un escenario que sigue tornándose amenazador ya que los autores de los cuatro últimos atentados fallidos del 21-J andan todavía sueltos, y la policía ha advertido de que no tienen ya nada que perder y podrían volver a atacar. Según Scotland Yark, los terroristas, que no lograron detonar los explosivos que llevaban encima, regresaron al escondite donde guardaban sus bombas para reabastecerse. Así, mientras las investigaciones avanzan, el metro londinense se blinda. Quien sabe si a costa de la rígida puntualidad británica.