La CIA invirtió en paramilitares mal instruidos

Para la CIA, Scorpions no es un grupo de heavy metal alemán, sino paramilitares iraquíes mal entrenados. En realidad, ni su función ni su paradero están muy claros a estas alturas. Su creación fue autorizada personalmente por el presidente George W. Bush en febrero de 2002 como parte de la estrategia de «cambio de régimen» en Irak. Con la ayuda de los kurdos, se reclutaron exiliados y opositores al régimen en cuyo entrenamiento se invirtieron millones de dólares, pero cuyas actividades se limitaron a poco más que gamberradas: pintar grafitis en las calles, cortar cables de electricidad y marcar «X» en los edificios que debían ser considerados objetivos militares. La central de espionaje americana les camufló en algunas ciudades clave del país para dar la impresión de que se estaba produciendo una rebelión popular contra Sadam Husein, pero no funcionó. Pese a haber sido entrenados en Jordania, y equipados incluso con antiguos helicópteros soviéticos, la conclusión de los funcionarios de la CIA que han revelado su existencia al diario The Washington Post es que «los planes estaban mal hechos» y los nuevos paramilitares «mal entrenados»; el objetivo de «mostrar confusión» se acabó convirtiendo en realidad, pero dentro de los llamados Escorpiones. «Pese a que los montamos nosotros, no estaban bien supervisados», dijo una de las fuentes. Su existencia clandestina fue tan secreta que en algunas ocasiones las tropas de Estados Unidos les confundieron con insurgentes.