| Crónica | Aniversario de la bomba atómica |
Sesenta años después de la tragedia de Hiroshima, la amenaza continúa
Japón ha sumado más de doscientos mil muertos a su fecha más nefasta. Y el recuento anual de personas afectadas por la radiactividad y otros efectos de la explosión, se acompaña de retórica beligeran
?apón no ha conseguido que su voz como única víctima de una hecatombe atómica sea escuchada y sesenta años después de Hiroshima y Nagasaki, las armas nucleares se han convertido en la mayor amenaza contra la seguridad mundial. El reciente fracaso de la conferencia para la no proliferación nuclear y el poco peso de Tokio en las actuales negociaciones a seis bandas para convencer a Corea del Norte para que abandone su arsenal atómico, constatan la escasa influencia del país con la máxima autoridad moral para condenar el uso destructivo de la energía nuclear. La conmemoración de los aniversarios de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, el 6 y el 9 de agosto, son una oportunidad para recordar el horror, actualizar el número de fallecidos por el efecto de las bombas y clamar al mundo para que, según reza un epitafio en el Parque de la Paz de Hiroshima, «un error semejante no se vuelva a repetir». Hiroshima ha sumado más de doscientos mil muertos a su fecha más nefasta y el recuento anual de personas afectadas por la radiactividad y otros efectos de la explosión, se acompaña de retórica beligerante contra Estados Unidos. En su Declaración de la Paz del 2004, el alcalde de Hiroshima, Tadatoshi Akiba, acusó a Estados Unidos de «país egocéntrico sin límites», por ignorar la ley internacional y reanudar la fabricación de armas nucleares más pequeñas y manejables. A las reclamaciones contra Washington por promover la escalada nuclear se suman las cartas de protesta enviadas por Hiroshima cada vez que una prueba atómica tiene lugar en cualquier lugar del mundo.