| Análisis | Ataqa en Aqaba |
El Gobierno británico apoya la actuación antiterrorista de Ian Blair EE.UU. y los talibanes hablaron de matar o expulsar a Bin Laden en 1998 Jordania, en la encrucijada
El ministro británico del Interior, Charles Clarke, respaldó ayer al jefe de la Policía Metropolitana de Londres, Ian Blair, cuya dimisión ha pedido la familia del brasileño muerto a tiros por agentes que lo confundieron con un terrorista. «Estoy contento con el comportamiento no sólo de Ian Blair, sino de toda la Policía Metropolitana en relación con esta investigación», dijo Clarke en declaraciones a la cadena pública británica BBC. La familia de Jean Charles de Menezes, de 27 años y electricista de profesión, ha exigido la renuncia de Ian Blair, a quien acusa de mentir sobre su trágica muerte. Menezes falleció el pasado 22 julio en la estación de metro de Stockwell (sur de Londres) tras recibir ocho disparos -siete en la cabeza y uno en el hombro- de agentes que pensaron que era un terrorista suicida. Clarke señaló que «la muerte del señor Menezes es una tragedia terrible, como reconoce todo el mundo, y necesita ser investigada de forma apropiada y completa». El ministro subrayó que esa investigación es una tarea que está en manos de la Comisión Independiente de Quejas de la Policía. No obstante, Clarke manifestó su respaldo a la actuación de la Policía desde los atentados del 7 y 21 de julio pasados contra la red de transporte público de Londres. El responsable policial se encuentra bajo una gran presión después de que esta semana se filtraran a la prensa a unos documentos de la investigación. Estados Unidos y el régimen talibán afgano discutieron en 1998 sobre la posibilidad de asesinar o expulsar de Afganistán a Osama Bin Laden, según documentos del Departamento de Estado estadounidense citados ayer por la cadena CNN. Los documentos, desclasificados recientemente por los Archivos Nacionales de EE.UU., indican que Washington mantuvo una intensa actividad diplomática tras los atentados terroristas contra sus embajadas en Kenia y Tanzania, en agosto de 1998, que causaron la muerte de más de 200 personas. El embajador adjunto de EE.UU. en Pakistán, Alan Eastham, se reunió en noviembre y diciembre de ese año con Wakil Ahmed, uno de los principales colaboradores del máximo líder talibán, el mulá Omar. Según los documentos, Ahmed dijo al diplomático norteamericano, acerca de los atentados de Africa: «Es increíble lo que ese hombrecillo les ha hecho», indicó CNN en su página de Internet. Su muerte Sin embargo, el enviado talibán aseguró a Eastham que había hablado con Omar del asunto y que los talibanes aún no consideraban a Bin Laden como un terrorista. Ahmed señaló que una posibilidad de poner fin a las actividades del líder de la red terrorista Al Qaeda era que Estados Unidos «lo mate u organice su asesinato». Estados Unidos, «si así lo decidía», podía organizar el asesinato de Bin Laden, ya que los talibanes no podrían hacer nada para evitarlo, añadió. Wakil Ahmed también sugirió la posibilidad de que Washington entregara a los talibanes misiles crucero para que ellos mismos se ocuparan de acabar con el millonario saudí. A cambio, pidió a EE.UU. que no volviera a bombardear Afganistán, como hizo en agosto en represalia tras los atentados en Africa, y solicitó a Washington que hiciera una nueva propuesta «para resolver el asunto», añaden los documentos. Sin embargo, el Tribunal Supremo de Afganistán declaró a Bin Laden inocente de terrorismo, y Ahmed reconoció a Eastham que el régimen talibán tenía complicado entregar al líder de Al Qaeda, ya que el pueblo afgano «no entendería» esa medida. Más que una continuación del terrorismo yihadista, el ataque del viernes en Jordania parece una recapitulación: el lugar elegido, Aqaba, es una ciudad vacacional de europeos, esta junto a Israel (a donde fue a parar uno de los misiles) y su puerto albergaba en ese momento dos barcos norteamericanos. Sin embargo, el cohete dirigido contra Israel sólo hirió a un taxista, y los otros no acertaron a los buques. De hecho, es Jordania la víctima principal de este ataque, y no sólo porque en él haya perdido a uno de sus soldados. Este país, que existe gracias a Gran Bretaña (Churchill se vanagloriaba de creado «un domingo por la tarde») y que subsiste gracias a EE.UU., ha ido viendo como disminuye rápidamente su relevancia e incluso su viabilidad política. Si en los años 90 Bush padre todavía podía perdonarle al difunto rey Huseín su «apoyo pasivo» a Sadam Huseín, el giro en el conflicto palestino-israelí y la nueva estrategia antiterrorista hacen que ahora, en cambio, el hijo de Huseín resulte casi prescindible para el hijo de Bush.