OPINIÓN
Restar y dividir
EL FUTURO de Irak pasa porque los perdedores de la guerra (suníes) asuman que a partir de ahora se quedan sin el poder y sólo con la zona agrícola del país en el centro del país regado por el Tigris y el Eúfrates. Y porque los ganadores (chiíes y kurdos) soporten un elevado índice de violencia terrorista pero cada uno controlando las explotaciones de petróleo en un estado federal con la sharia (ley islámica) como punto de referencia legal. Es una solución inestable a todas luces pero es la que se va abriendo camino, respaldada por la administración Bush, que rezuma tufillos interesados de mantener una inestabilidad controlada y aceptable. Más allá de los problemas internos que puedan suscitar las bajas diarias de marines en Irak, algunos expertos norteamericanos resaltan que uno de los objetivos de los teóricos asesores de la Seguridad Nacional de Estados Unidos es atizar el enfrentamiento entre sunníes y chiíes en Irak, en un momento en el que el mensaje filosófico de los más radicales que luchan al lado de Bin Laden es el de la unión de todos los musulmanes bajo su rigorista y dictatorial interpretación del Islam. Algo que va dando sus frutos. No se valora adecuadamente el factor esencial de la lucha interna entre los musulmanes desde hace varios siglos para explicar su escaso poder en la escena internacional. Una división que les ha provocado debilidad, inestabilidad, enfrentamientos y dependencia del desarrollo tecnológico y militar de Occidente para explotar la enorme riqueza petrolífera. La Constitución en Irak tiene una relevancia vital porque legitima un proceso que comenzó con la invasión anglonorteamericana y que ha seguido un camino abrupto para congeniar los intereses de las tres comunidades que forman el país: suníes, chiíes y kurdos (sin olvidar al 5% de cristianos) y evitar una guerra civil abierta. No sería aceptable una partición donde los vecinos Irán o Turquía tendrían un papel importante que jugar y no siempre pacífico. La violencia terrorista de Al Zarqawi y de la resistencia suní no pudo evitar la celebración el pasado mes de enero de las elecciones generales. Se piensa que en octubre pasará lo mismo con el referéndum de la Constitución y con las nuevas elecciones de diciembre. A partir de ahí, la verdadera reconstrucción del Estado y de la sociedad iraquí tendrá su marco legal. Eso es lo que está en juego.