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El ayatolá Alí Sistani llama a la unidad en un intento de evitar un enfrentamiento tras la tragedia

Miles de iraquíes buscan a sus familiares en los hospitales de Bagdad El presidente de Irak culpa de la masacre a la insurgencia suní

Los chiíes de Irak llorán a las víctimas de la estampida en calles plagadas de sencillos ataudes

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colpisa | bagdad

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Mientras que en el puente del barrio bagdadí de Kadimiyá el olor a muerte flotaba en el ambiente, miles de iraquíes buscaban ayer a sus pariente en los seis hospitales donde atienden a los más de 800 heridos. Los que no tuvieron esa suerte comenzaron en la jornada de ayer a enterrar a sus muertos en Bagdad y Nayaf, ciudad santa de la comunidad chií, hacia donde marchaban las primeras comitivas fúnebres. Muchos fallecidos serán enterradas en esta localidad a 160 kilómetros al sur de Bagdad. El inmenso cementerio de la ciudad, que alberga el mausoleo de Alí, el primero de los imanes chiíes, al que rinden culto, será el lugar del reposo final de los fieles. Gritos, llanto y dolor Mientras, en Bagdad, cientos de tiendas fúnebres se alineaban en las calles de la barriada chií donde se produjo la avalancha humana. En Ciudad Sáder, principal distrito chií de donde procedían muchas víctimas, gritos y llantos desgarraban el aire y centenares de personas se golpeaban el pecho a medida que se anunciaban los nombres de los fallecidos. «Estaba buscando a mi hijo entre los heridos desde que ocurrió la tragedia y hace unas horas lo he encontrado en la morgue. ¡Nunca podré aceptara que ha muerto!», clamaba Mohammed Jafar. Como Jafar, muchos acusaban a los insurgentes iraquíes, sobre todo musulmanes suníes, de ser responsables de haber provocado la estampida al disparar morteros contra la mezquita y causar el pánico deliberadamente. Limpieza del puente En los alrededores del puente de la muerte excavadoras municipales trabajaban a destajo para despejar los escombros, sandalias y vestidos de las víctimas que quedaron apilados a la vista de todos. Simples ciudadanos buscaban piezas de identidad y documentos para ayudar en la identificación. Ante el clima de venganza, el líder religioso chií, el ayatolá Alí Sistani, llamó ayer a a la unidad y a la calma. El presidente iraquí, el kurdo Jalal Talabani, reiteró ayer las acusaciones de que presuntos terroristas estuvieron detrás del rumor que provocó la avalancha humana que causó cerca de 1.000 muertos y 800 heridos este miércoles en Bagdad durante una celebración religiosa chií. También desde el gobierno culpabilizaron a la insurgencia de la tragedia, aunque desde dentro surgen voces críticas contra la labor de las fuerzas de seguridad. La primera medida del gobierno del chií Ibrahim Jaafari ha sido ordenar la creación de una comisión de investigación que aclare las causas de la estampida y el pago de una compensación equivalente a 1.650 euros por cada muerto. «Este crimen odioso cometido contra los peregrinos es la demostración del salvajismo de los terroristas que se libran a un genocidio contra el pueblo iraquí, musulmanes verdaderos, y consideran a los kurdos, que son auténticos ciudadanos, traidores», dijo Talabani en una clara referencia a la culpabilidad de la insurgencia suní.

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