La gran mayoría de los arrestados en los últimos días están acusados de cometer robos menores tras el desastre
La delincuencia en Nueva Orleáns obliga a improvisar nuevas prisiones
Decenas de policías uniformados se agolpan en una fría sala de espera de la estación de autobuses de New Orleáns. Hace más de una semana que ningún pasajero pasa por ventanilla, pero el popular edificio es parada obligatoria para todos los delincuentes de la ciudad. Reconvertido por urgencia en cárcel provisional, después de que el antiguo penal se ahogara bajo el Katrina , hasta 230 presos han llegado a compartir el asfalto de los andenes en más de 15 celdas estilo «Guantánamo». Ante nuestros ojos, enormes vallas metálicas rodean a los detenidos que se hacinan en espacios de 6x10 metros. Por alguna razón, que los policías no logran explicar, todos los detenidos visten monos naranjas y duermen en el suelo sin colchones, ni mantas, bajo potentes focos de luz. Cuando los periodistas llegaron al lugar en la madrugada del jueves sólo quedaban 56 reclusos «la mayoría de los que están aquí fueron arrestados después del huracán. Los otros ya han sido trasladados a la cárcel de Louisiana». El que habla es Bruele Kale, agente estatal de prisiones y correccionales, y guía turístico improvisado en el tour preparado para la prensa. De estación a cárcel Como si fuera un monumento local, nuestro guía nos explica uno por uno todos los detalles de la nueva cárcel, casi con rigor histórico. «Este edificio fue habilitado como prisión tras 72 horas de evacuaciones en el antiguo penal. Tanto el fiscal general del distrito como el secretario de prisiones estatal fueron los encargados de decidir la nueva localización». Pasada la parte teórica, Bruele nos adentra en la parte trasera de la estación, donde han instalado las celdas. «Las hemos ordenado conforme al alfabeto». Añade, mientras que nos comenta que los reclusos que están solos es «porque tienen algún desorden mental, y no queremos que se peleen con los demás». La visita acaba de empezar y un solo error significaría la expulsión, así que decide seguir escuchando las explicaciones de la gente. «Nuestros presos comen cuatro veces al día, tienen agua y medicinas por si los medios tiene sus dudas». Con los datos iniciales que aportan las fuerzas del orden se podría pensar que los reclusos viven mejor que cualquiera de los refugiados, sin embargo, la «buena vida» no es gratis, «eso si, yo no tengo obligación con ellos. Si no se portan bien, yo tampoco y no hay ni agua, ni comida», aclara el agente. La premisa parece estar bien aprendida entre los presos. Cuando nos acercamos a Ronald Algaron, el elegido por la autoridades para la entrevista, se deshace en halagos hacia sus cuidadores: «Nos tratan muy bien, mejor que en la prisión. No puedo decir que tenga ninguna queja». Sin embargo, algo parece salirse del guión. La declaración del reo, que afirma ser inocente ante los medios, enfurece al encargado que llega al extremo de enseñarnos el expediente de Ronald, supuestamente secreto, para demostrar que la policía no se equivoca. «Mira. Lo pillaron robando televisores y videos. El diría cualquier cosa con tal de no ir a prisiónMientras abre el expediente, Bruel nos enseña una lista con los delitos de los detenidos. La gran mayoría, 175, están acusados de robar desde televisores a material higiénico. «Todo lo que no sea comida y agua. Aunque casi todos ellos ya habían cometido delitos antes», declara el agente sin especificar si los dos detenidos por beber alcohol en la calle, que figuran en la lista, también eran delincuentes comunes. Los países miembros de la Otan dieron en la jornada de ayer su aprobación a una solicitud de Estados Unidos que pedía un mayor apoyo para el envío de una parte de la ayuda europea a las víctimas del huracán Katrina , anunció el secretario general de la Alianza, Jaap de Hoop Scheffer. Concretamente, la Otan (Organización del Tratado del Atlántico Norte) lanzará una operación naval asociando recursos aéreos para asegurar el transporte de la ayuda hacia Estados Unidos, anunció De Hoop Scheffer al término de una reunión extraordinaria de embajadores de los 26 países miembros de la Alianza Atlántica en Bruselas. Esta operación implicará en un principio dos o tres navíos de la rama naval de la Fuerza de Reacción Rápida de la Otan (NRF), precisó, sin excluir recursos adicionales ulteriormente. Cada uno de estos navíos puede transportar el equivalente de unos 600 camiones de materiales y víveres, sostuvo. «Eso puede parecer poco, pero es una ayuda que es apreciada», indicó por su parte un diplomático que pidió el anonimato. «Esta operación tiene un solo objetivo: hacer todo lo que sea posible por parte de la Otan para ayudar a las víctimas del Katrina y enfrentar el sufrimiento humano en la región que fue devastada por el huracán», afirmó De Hoop Scheffer ante la prensa. Agradecimiento de EE.UU. «Estados Unidos aprecia profundamente la decisión de ayer de la Otan de ofrecer sus recursos de transporte para asegurar que la multiplicidad de ofrecimientos que recibimos pueda llegar rápidamente a aquellos que pasan necesidades», dijo la embajadora de Washington ante la Alianza, Victoria Nuland. Estados Unidos había pedido el pasado jueves a la organización supranacional que examinara con urgencia cómo podría desempeñar un papel más importante en materia de logística y de transporte. La petición fue formulada por la propia embajadora norteamericana ante la Otan. La Alianza Atlántica aceptó el domingo coordinar las ofertas de ayuda nacionales de sus países miembros y asociados. Uno de los objetivos de Washington es evitar utilizar sus medios propios para trasladar la ayuda internacional, explicaron fuentes diplomáticas. De Hoop Scheffer no pudo indicar cuándo los primeros aviones o barcos con ayuda llegarán a Estados Unidos. Las autoridades dijeron ayer que por el momento no se han encontrado en Nueva Orleáns tantos cadáveres como se esperaba, tras el devastador paso del huracán Katrina . Terry Ebbert, el jefe del Departamento de Seguridad Nacional de Luisiana, dijo que, las primeras batidas llevadas a cabo en la ciudad en busca de cadáveres indican que la cifra de muertes por la catástrofe «no será tan alta como se había previsto». Las autoridades, entre ellas el alcalde de Nueva Orleáns, Ray Nagin, habían estimado que el número de muertes en esta ciudad podría alcanzar la cifra de 10.000. No obstante, la ciudad estadounidense es hoy un maloliente pantano que tiene preparadas 25.000 bolsas de plástico para cadáveres. En una carrera contra el tiempo los equipos de rescate suman ahora a su tarea de persuadir a los supervivientes de la catástrofe a que abandonen las calles anegadas la de recoger los cadáveres que plagan las calles empantanadas.