Cerrar
Publicado por
MIGUEL MURADO
León

Creado:

Actualizado:

HACE CINCO años, a la cumbre de la ONU en la que se fijaron los «objetivos del Milenio», asistieron 149 jefes de Estado. A la que terminó el viernes, y que estaba pensada para evaluar los progresos desde entonces, 161. Es una pena que el número de mandatarios no sea un indicador de desarrollo, porque quizá haya sido uno de los pocos en los que ha habido progresos. Eso es lo que ha quedado claro tras tres días en los que los 161 se han ido sucediendo en el estrado en turnos de cinco minutos (salvo Bush, a quien se permitió hablar veinte, y Chávez, que se negó a hablar menos que Bush). Sin duda, el mundo se ha suspendido a si mismo en materia de violaciones de derechos humanos. Irónica-mente, la única víctima de abusos a la que puso nombre y apellidos fue Sadam Huseín, cuya situación irregular fue denunciada por el presiden-te de Bielorusia, Lukashenko. Más cruel, y seguramente inobservada por muchos, fue la ironía de ver a Ariel Sharon subir a la tribuna de oradores precisamente en el aniversa-rio de las matanzas de Sabra y Chatila, de las que incluso en su propio país se le considera responsable. Pero puede que la ironía tenga de doble filo: la firma de Sharon figurará así en el documento final en el que se crea un nuevo organismo para la protección de los derechos humanos, un organismo ante el que él y otros mandatarios presentes pueden llegar algún día a sentirse incómodos.