Diario de León

Galveston se niega a morirde nuevo bajo las aguas

Prácticamente los 58.000 habitantes de esta urbe tejana que debe su nombre al malagueño Bernardo de Gálvez se han ido ante la previsión de la llegada de «Rita»

Una mujer espera dentro de un autobús ser evacuada de la ciudad

Una mujer espera dentro de un autobús ser evacuada de la ciudad

Publicado por
Mercedes Lodeiro Paz - redacción
León

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La ciudad tejana de Galveston, ubicada en la isla del mismo nombre en el golfo de México, vive del recuerdo. Colaboradora en el logro de la independencia de Tejas,la urbe debe su nombre a un malagueño; Bernardo de Gálvez, gobernador de Luisiana, quien a finales del siglo XVIII inició el comercio entre Francia y Estados Unidos aprovechando las hostilidades de Inglaterra con sus colonias. Esta actividad mercantil convirtió a la isla en un próspero lugar en el que florecieron los negocios y las fortunas. Pero hace 105 años, el Wall Street del suroeste fue arrasado por un huracán sin nombre que se atrevió a segar 8.000 vidas y sembrar de destrucción la zona. Galveston se levantó de los cascotes, y hasta ayer la ciudad tenía unos 58.000 habitantes. Pero otro monstruo, esta vez con nombre, «Rita», se aproxima a ella con tal voracidad que sus habitantes, alertados por las autoridades y expertos en huracanes, han huido despavoridos. Las calles están desiertas y en las casas apenas queda vida, ni vecinos ni mascotas. Muchos tienen presente lo ocurrido en Nueva Orleans hace sólo unos días, y saben que lo mejor es estar lo más lejos posible. En Galveston, la imagen de las fachadas también es desoladora. Puertas y ventanas tapiadas con maderas clavadas, como último intento de proteger el hogar y los recuerdos contra la furia de la naturaleza. Ladrillos contra el huracán Pero a diferencia de Nueva Orleans, donde abundaban las casas prefabricadas y de madera, más vulnerables a la fuerza del viento, en Galveston,la floreciente economía, muy ligada a la industria petrolera del golfo de México, permitió levantar urbanizaciones de ladrillos. Esa es la esperanza con la que se han ido: volver bajo sus techos. El gobernador de Tejas, Rick Perry, lo dejó claro: «Las casas y los negocios se pueden reconstruir. Las vidas no». El martes, la alcaldesa Lyda Thomas, anunció la evacuación voluntaria, que después cambió a forzosa. Los 70 autobuses del ayuntamiento ya han sacado de la urbe a 2.500 personas. El resto se han ido en sus vehículos, tantos que las autopistas se han colapsado con colas kilométricas. El Centro Nacional de Huracanes ha calificado al «Rita» de «extremadamente peligroso». Se espera que cuando el ciclón llegue a Galveston la marea suba más de seis metros, a los que habrá que añadir las olas que deje el viento. Aunque ayer los vientos alcanzaron los 265 kilómetros por hora, se calcula que cuando el Rita irrumpa en la ciudad habrán disminuido hasta los 230 kilómetros por hora, explicaron las autoridades. Por la tarde, su furia descendió hasta la categoría 4, con vientos de 240 kilómetros por hora, cuando se encontraba a unos 700 kilómetros de Galveston. La ciudad está protegida por espigones de cinco metros, que podrían quedar fácilmente desbordados si se confirman las previsiones de subida de la marea, con lo que Galveston vería cómo se repite la historia, y volvería a quedar anegada. Y todo, en el mes en que se conmemora el 105 aniversario de aquel huracán que destruyó la ciudad, en lo que se considera como uno de los peores desastres de la historia de Estados Unidos. Sabor español Gálvez prestó un importante apoyo a las fuerzas del general George Washington que lucharon contra Gran Bretaña por la independencia de EE.UU. y, al estallar la guerra en 1779, se apoderó da varios fuertes ingleses como Baton Rouge, en Luisiana. El militar español, quien también recuperó la península de Florida para España, fue gobernador de Luisiana y capitán general de las tierras situadas al oeste de Florida.

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