Diario de León

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Esclavos de la gasolina

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Tatiana López - corresponsal | nueva york
León

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La población norteamericana afronta el reto de vivir con menos gasolina después del paso del huracán Rita por las refinerías del golfo de México. Mientras Bush aconseja el trasporte público, la adicción al coche se impone en un país dominado por la carretera. Decenas de personas dormitan en una estación de servicio encerrados en sus coches. «Esperamos al camión de combustible», explica un padre de familia mientras muestra las dos garrafas secas que guarda en su maletero. No es una escena de la película Mad Max, es lo que se ve a la entrada de Port Arthur. Los buscadores de fuel no son una excepción en la costa tejana. Entre ese pueblo y la ciudad de Houston, sólo se ve presencia humana cerca de los surtidores. En un país con un paisaje de asfalto, la gasolina es una joya. La dependencia del coche, normalmente grande, y con dos utilitarios por familia, es un problema cuando más del 25% del petróleo norteamericano está paralizado desde que el huracán Rita cerró 16 refinerías en el golfo de México. «Pido a los estadounidenses que usen el trasporte público». El ruego de Bush es un intento por ahorrar energía y dinero. Cada galón (casi 4 litros) de gasolina le cuesta ya más de tres dólares a EE.UU. Pero autobús y metro no abundan fuera de las grandes ciudades. Lo último para llenar el depósito: sacar gasolina de la reserva natural del Ártico. Respiren tranquilos los conductores, no los ecologistas.

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