La primera canciller pero con el poder hipotecado

Llegó a su fin el drama político que vivió Alemania durante tres semanas y se acabó también el martirio que vivió ángela Merkel desde la misma noche de las elecciones. La humilde hija de un pastor protestante de la ex RDA, de 51 años, será la futura canciller del país, pero cuando la candidata anunció oficialmente el acuerdo final, que se logró el domingo pasado, una certeza comenzó a recorrer las dependencias del poder en Berlín: la futura canciller tiene el poder hipotecado. Hace tres semanas, Merkel quería celebrar un triunfo grandioso y la CDU había organizado una gran fiesta en la sede del partido en Berlín. Las encuestas predecían una victoria aplastante de la candidata y una derrota humillante para el actual canciller, Gerhard Schröder. Pero la población alemana pensaba diferente. «Merkel ganó y a pesar de ello perdió», tituló el Bild en su primera pagina al día siguiente de las elecciones. «Hay un ambiente de funeral en los dos partidos democristianos». Así fue. Merkel ganó las elecciones con un pobre 35,2 por ciento de los votos, pero perdió la confianza del país, que votó contra el programa de Gobierno que presentó la CDU y también contra la propia candidata. Pero en el momento más amargo en su breve y brillante carrera política, Merkel dio pruebas nuevamente de tener una rara habilidad para sortear las dificultades. A partir de 1991, la doctora en física cuántica y aprendiz de política, que llegó de la fría Alemania comunista, quiso demostrar que una mujer también podía ser capaz de imponer sus ideas en la jungla salvaje de la política germana. Pero las principales virtudes de la futura canciller fueron reveladas por su primer esposo, el profesor de física Ulrich Merkel. «Tiene una profunda inteligencia, una energía increíble y siempre fue muy ambiciosa». Es además paciente y desconfiada.