El escándalo Plamegate amenaza con estallarle en la cara a Bush
El Plamegate, un drama político con todos los ingredientes de una novela de Le Carré -una agente encubierta de la CIA, la venganza contra el marido crítico con el po-der y una mano negra salida desde los mismísimos pasillos de la Casa Blanca- amenaza con desatar en Washington la peor tormenta po-lítica en muchos años. Después del desastroso panora-ma en la ocupada Irak -con 2.000 bajas estadounidenses-, los pro-blemas legales de amigos tejanos como Tom DeLay, la revuelta republicana por la nominación de Harriet Miers «como juez del Tri-bunal Supremo y las críticas por la mala gestión durante el Katrina, el año horrible del presidente George W. Bush podría agravarse aún más si, como muy tarde el viernes, el fiscal que investiga la divulgación de la identidad de Valerie Plame como espía de la CIA presenta cargos contra altos funcionarios de la Casa Blanca. El fiscal Patrick Fitzgerald ha investigado durante 22 meses si Karl Rove, mano derecha del presidente y el responsable en la sombra de su salto a la Casa Blanca en el 2000 y su posterior reelección en el 2004, y Lewis Scooter Libby, jefe de gabinete del vicepresidente Dick Cheney, cometieron un delito al revelar a la prensa que Plame era una espía, en represalia por los comentarios críticos de su esposo, el ex embajador Joseph Wilson, sobre los argumentos de Bush para invadir Irak en el 2003. Por si fuera poco, The New York Times destapó ayer que Cheney tuvo un papel importante en el caso, lo que estrecha aún más el cerco sobre el Despacho Oval. El diario asegura que fue el vicepre-sidente el que informó a Scooter Libby de que Plame era una espía, tres semanas antes de que saliera el nombre en la prensa, después de que se lo dijera el entonces director de la CIA, George Tenet. Algo que demuestra que Libby mintió al juez, ya que siempre ha dicho que se había enterado de la identidad de la agente por los periodistas. Al igual que los dos mayores es-cándalos políticos desatados en las últimas décadas en Estados Unidos -Watergate y el caso Lewisky-, podría no ser el delito investiga-do lo que le cause problemas a la Casa Blanca, sino el encubrimiento para no comprometer a la Admi-nistración. En el Watergate, la investigación sobre el espionaje al Partido Demócrata provocó la caída de Richard Nixon, quien trató personalmente de obstruir la investigación. En el caso de Bill Clinton, la investigación sobre sus negocios en Arkansas llevaron finalmente a descubrir su relación con la beca-ria Mónica Lewinsky, tras lo cual fue acusado de perjurio y obstruc-ción a la justicia, y el proceso de impeachment.