Diario de León
Publicado por
ANXO GUERREIRO
León

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LA PREPARACIÓN de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno que hoy comienza en Hamptom Court ha demostrado una vez más que la Unión Europea tiene ante sí un profundo dilema: decidir qué papel quiere jugar en el mundo. En su día, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, resumió ese dilema en la contraposición entre la vieja y la nueva Europa. La diferencia entre una y otra no es superficial ni coyuntural, radica en los objetivos que se persiguen y en la estrategia para conseguirlos. La vieja Europa, con Francia y Alemania a la cabeza, aspira a construir una Unión con autonomía y voz propia, capaz de actuar con el peso que le corresponde por su poder económico, demográfico, tecnológico y militar. Para la nueva Europa, en cambio, la Unión Europea debe reducirse a una mera entidad económica y comercial, vicaria de EE. UU. en lo político y estratégicamente dependiente de la Otan en lo militar. Esa es la posición que defiende Tony Blair y aplaude George W. Bush. La escisión europea se manifiesta también en torno a nuestro modelo social. Mientras Blair -actuando de nuevo como caballo de Troya de Estados Unidos- y sus aliados conciben a la UE como una zona de libre cambio e impulsan medidas liberalizadoras, Francia y Alemania -junto a otros países, entre ellos España- defienden un modelo para Europa basado en la eco-nomía social de mercado, en la que el sistema funciona en base al compromiso capital-trabajo y el Estado garantiza la cohesión social y el interés general. Es evidente que la controversia no se resolverá a corto plazo. Pero las diferencias con EE.?UU. llegarán a alcanzar tal dimensión que la Unión deberá escoger entre su autonomía o la sumisión a Washington. O quizá la división en dos bloques. No otra cosa se deduce de las declaraciones de Jacques Chirac, publicadas ayer por varios diarios europeos, en las que el presidente francés propone que los miembros de la euro-zona -a la que no pertenece el Reino Unido- profundicen su integración política, económica y social. Es cierto que Europa atraviesa una grave crisis, pero lo es también que hacía mucho tiempo que no vivía semejante ebullición ideológica.

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