Diario de León

Blair desconcierta a sus pares

El presidente de turno de la Unión Europea antepone el debate sobre qué dirección política seguir a la discusión de los presupuestos comunitarios para el período 2007-2013 Londres se em

Blair durante su comparecencia en el Parlamento de Estrasburgo

Blair durante su comparecencia en el Parlamento de Estrasburgo

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Leoncio González - redacciónagencias | bruselas
León

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No ha sido poco el estupor causado por Toni Blair entre sus pares europeos al convocar una «tormenta de ideas» sin papeles sobre la globalización, cuando la UE tiene asuntos en apariencia más perentorios que abor-dar como, por ejemplo, qué hacer con la Constitución o los presupuestos para el período 2007-2013. ¿Es una muestra más de extravagancia británica, igual que conducir por la izquierda? ¿Se trata, simplemente, de falta de ideas? Es conveniente dar un salto en el calendario al mes de junio, que es cuando Blair se apresta a tomar las riendas de la presidencia de turno, para entender que su móvil no es de tipo académico. Entonces, dos acontecimientos no «programados» hacen añicos su disposición inicial a dar un contenido discreto a su mandato para no dañar su agenda doméstica: los noes abrumadores de Francia y Holanda a la Constitución y el fracaso de la última cumbre de Bruselas. Hoy nadie discute que estos acontecimientos sumieron al selecto club comunitario en la mayor crisis de sus 50 años de historia, con dudas crecientes sobre su viabilidad y sin hoja de ruta clara que indique por dónde ir y cómo hacerlo. También es evidente que rompieron los esquemas de Blair. Comprendió que estaba metido de hoz y coz en el centro de la galerna y que el único destino de la pre-sidencia aséptica que había diseñado era la papelera. Es recomendable la lectura del discurso que pronunció en el Parlamento comunitario (www.number-10.gov.uk) para constatar los riesgos que asumió y porqué suscitaron tanto entusiasmo. No hay en él una concesión al escepticismo, ni una palabra a la defensiva, nada de desesperanza. Por el contrario, la filosofía es que toda crisis constituye una oportunidad. Los problemas que hoy atenazan a Europa son parte de las soluciones de futuro. Blair hizo primero el diagnóstico: los ciudadanos van por delante de los políticos. Le están formulando a sus dirigentes «preguntas de gran complejidad» porque ven cómo el mundo cambia a su alrededor y les inquieta la globalización, les pre-ocupa la seguridad laboral, temen perder las pensiones, sienten peligrar su bienestar. Pero llegan a la conclusión de que las respuestas que se les dan desde la cumbre no sirven para mejorar su vida y por eso votan que «no». Programa de reformas La solución, a su juicio, no es «encerrarse con la esperanza de poder esquivar la globalización». Por el contrario, hay que «despertar», «cambiar», emprender un amplio programa de reformas económicas y sociales, «modernizar» las políticas de la UE en consonancia con aquélla y, así, «aunar de nuevo los ideales europeos en los que cree-mos con el mundo moderno en que vivimos». ¿De qué modo? Con el informe Kok, que pone el énfasis en la investigación, la innovación, la educación superior y la regeneración urbana; con la directiva Bolkestein que liberaliza los servicios en el mercado interior; haciendo caso al informe Sapir, que promueve la reducción de los fondos agrarios; dando nuevo impulso a la Agenda de Lisboa, que pretendía una Europa con pleno empleo, incardinada en la sociedad de la información. Los presupuestos, subrayó Blair, no pueden aislarse de este debate. Son parte de la respuesta a la crisis. Europa perderá competitividad, la globalización no la respetará y sólo es cuestión de tiempo que países como China o India le pasen por delante, una vez que ya lo han hecho Estados Unidos y Japón.

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