Más de 250 detenidos y unos 900 coches quemados en la novena noche de disturbios
Francia acelera las ayudas a los barrios para frenar la revuelta
La extrema derecha pide mano dura, el envío del Ejército y toque de queda en las zonas violentas
El presidente Jacques Chirac guarda silencio sobre la ola de violencia que, aunque empieza a calmarse en la periferia parisina, cobra virulencia en barrios de provincias. El Gobierno mantiene su postura de firmeza frente a los delincuentes (incluido el anuncio de penas de cárcel para quienes han participado en la revuelta callejera) al tiempo que da muestras de interés por acelerar los planes de ayuda a las zonas desfavorecidas, y la calle exige disculpas. Tras la reunión del primer ministro, Dominique de Villepin, con ocho de sus ministros, fue al criticado jefe de Interior, Nicolás Sarkozy, a quien le tocó anunciar «la unanimidad del Gobierno sobre la firmeza frente a la violencia». El titular de Empleo, Jean-Louis Borloo, aseguró que se acelerará la aplicación de los planes de renovación urbana, con una dotación de 25.000 millones de euros, y el de cohesión social, con 15.000 millones de euros. Para viviendas sociales y crear zonas francas urbanas, donde las empresas que se instalan tienen exenciones fiscales. Además, De Villepin intentó calmar los ánimos con una reunión con el presidente del Consejo Francés del Culto Musulmán. Dalil Boubakeur recibió garantías de que la bomba lacrimógena lanzada el fin de semana pasado contra la mezquita de Clichy no provenía de la policía. Y por eso el también rector de la mezquita de París pidió a los políticos las «palabras de paz necesarias» para que se calmen los ánimos. Balance La noche del viernes al sábado duplicó el balance diario de daños en cuanto a coches quemados (897) y número de detenciones (253). Y por primera vez, lo peor no ocurrió en Saint Denis. En otros departamentos próximos a París ardieron tres escuelas, un concesionario de coches, una tienda de muebles, un aparcamiento¿ El cuerpo de bomberos estaba desbordado y tuvo que pedir refuerzos. En Clamart, fue detenido un niño de 10 años con una botella de gasolina en las manos. Pero la violencia afecta ya a todo el país y los incendios se han contagiado a Estrasburgo, Toulouse, Niza, Dijon, Rennes, Burdeos... Los padres de los dos adolescentes que murieron en Clichy -lo que desencadenó la revuelta- pidieron ayer la vuelta a la calma. «Cada vez que se quema un coche o un comercio para mí es una doble tristeza, es como si viviera por segunda vez la muerte de mi hijo», aseguró el padre de uno. «Queremos una disculpa o la dimisión de Sarkozy», insisten los jóvenes conflictivos. Pero el ministro del Interior parece salir reforzado de la crisis entre los franceses con derecho a voto. Según una encuesta de Le Parisien, un 57% tienen de él una buena imagen, aunque el 63% reconoce que a veces utili-za un lenguaje «chocante». La derecha francesa más extrema, desde los neofascistas hasta los soberanistas eurófobos pasando por los ultraconservadores, coinciden en exigir al Gobierno de centro-derecha mano dura y medidas drásticas, como el envío del Ejército y la instauración del toque de queda, e incluso llegan a hablar de «guerra civil étnica». «Hay que elevar el nivel de la respuesta del Estado y enviar el Ejército a los suburbios» PHILIPPE DE VILLIERS Presidente del Movimiento por Francia