Diario de León

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«No queremos mujeres soldado»

En Arja Dhani, donde se instalarán los soldados españoles, están preocupados por si los visitantes respetarán las costumbres

Paquistaníes trepan por la montaña para llegar a su pueblo

Paquistaníes trepan por la montaña para llegar a su pueblo

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«Que vengan los soldados españoles está bien, si es que vienen a ayudar. Pero no queremos mujeres soldado aquí. No importa si vienen unas pocas para atender a nuestras mujeres en el hospital, como enfermeras. Pero no queremos mujeres soldado andando por ahí». Naveed Ahmed frunce el ceño. «Bueno, a lo mejor, si se vistieran con un velo, con un shador o con un hiyab como nuestras mujeres, entonces no habría tantos problemas. Pero que no sean más de tres. Más son un problema». Arja Dhani es un poblado al lado del río Naja e Mall. Naveed y otras 95 personas habitan en una de las pocas planicies que se pueden encontrar en torno a la ciudad de Bagh, en la Cachemira paquistaní. Esta planicie es el lugar que el Ejército español ha elegido para levantar el campamento en el que vivirán durante tres meses los 370 militares enviados para ayudar a las víctimas del terremoto. El lugar es de postal. Un río que baja tranquilo entre las rocas, y un puente colgante que parece sacado de una película de Indiana Jones. Unas montañas llenas de árboles que forman un valle profundo. Aquí, Naveed y sus familiares viven en tiendas de campaña porque el terremoto les arrebató sus casas. Algunas quedaron en pie, pero no se atreven a meterse en ellas. Ni siquiera se han aventurado a hacerlo para el Eid ul Fitar, la fiesta de tres días que marca el fin del Ramadán. «Es como nuestra Navidad. Comemos juntos después del mes de ayuno», dice Naseen Ahmad Khan. La comida de la fiesta no ha sido nada especial. Arroz y pollo con curry, lo de casi todos los días. El único lujo ha sido para los niños. Les han regalado unos revólveres de pistones que disparan continuamente llenando la tranquilidad del valle de tiros de fogueo. La noticia de la llegada de los españoles ha revolucionado a este pequeño asentamiento. Sobre todo al conocer que entre el contingente español vienen algunas mujeres. «El 90% de la gente está contenta, pero hay algunos de nuestros mayores no quieren que vengan los españoles. Creen que les van a estropear las tierras. Creen que nos van a echar de aquí para quedarse ellos. Y están preocupados porque temen que no respeten nuestras costumbres», dice Naseen, que es financiero en un banco local y habla buen inglés. «Si no quieren tener problemas, aconsejo a los españoles que se dirijan a nosotros los hombres cuando quieran algo, y no a las mujeres», cuenta Naveed.

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