Diario de León

Jugaba con un fusil de juguete cuando fue tiroteado en el estómago y la cabeza por el Ejército

Los?órganos?de un niño palestino muerto a tiros salvan la vida de seisisraelíes

Cuatro niños, un bebé y una mujer reciben el corazón, el hígado, los riñones y pulmones de Ahmed

La madre y el padre de Ahmed lloran sobre su cadáver acompañados por toda su familia

La madre y el padre de Ahmed lloran sobre su cadáver acompañados por toda su familia

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Alejandro Nájera - yenín
León

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En las guerras siempre mueren inocentes. Jóvenes, mayores y niños a los que la ruleta de la vida les ha tocado en vez de una vida tranquila un infierno. Así le ocurrió a Ahmad el-Khatib, un niño palestino que el pasado jueves fue herido por soldados israelíes al confundir el fusil de plástico con el que jugaba con un arma de verdad. El pequeño sufrió heridas en la cabeza y en el abdomen, por lo que fue rápidamente trasladado a un hospital de Haifa, en el norte de Israel. Allí, durante dos días, los médicos trataron de salvarle la vida, pero resultó imposible y, el sábado, el pequeño fallecía y el cadáver era entregado a su familia. Entonces comenzaron las versiones para explicar lo sucedido, y un portavoz militar israelí afirmaba que «los soldados vieron a alguien que parecía empuñar un fusil automático, por lo que abrieron fuego y a continuación se dieron cuenta de que se trataba de un niño con un juguete». Se añadía también que los grupos armados palestinos «actúan en esas zonas habitadas y ponen en peligro, de esta forma, la vida de civiles». Entre versión y versión más especificada y con más detalle sobre lo ocurrido, la situación dio un espectacular giro. Un giro hacia la sensibilidad, hacia la humanidad, y la familia Ahmad el-Khatib, a petición de los médicos del hospital israelí donde fue atendido, decidía donar los órganos del muchacho. Se daba entonces la paradoja de que la muerte de un palestino, y gracias a la bondad de la familia del pequeño, servirá para que sus «enemigos» puedan vivir. Sus órganos han ayudado a salvar la vida de seis pacientes, entre ellos una niña de su misma edad que ha recibido el corazón. El hígado ha sido repartido entre dos pacientes, un bebé de seis meses y una mujer de 56, mientras que los riñones fueron trasplantados a un niño de 5, y los pulmones a otros dos menores de 4 y 5 años. Jatib fue trasladado en un primer momento a un hospital de Ramala, pero los médicos palestinos dijeron que no podían hacer nada por su vida. La ANP pidió entonces a Israel que permitiera que el niño fuera trasladado a un hospital de Haifa, y las autoridades israelíes autorizaron su ingreso. Ismail al-Jatib, padre del niño, expresó ayer su deseo de que los órganos de su hijo puedan servir a otros niños que los necesiten, y por tanto los donó al hospital de Haifa para hacer transplantes. «Queremos enviar un mensaje de paz a la sociedad israelí, al ministro de Defensa y al parlamento israelí. (Los soldados) han matado a mi hijo, que gozaba de buena salud, y ahora nosotros queremos donar sus órganos a quienes los necesitan», dijo Ismail. El padre desmintió la versión del ejército, según la cual su hijo portaba un rifle de juguete muy parecido a un rifle de verdad, y explicó que cuando resultó herido, el niño se dirigía a comprar juguetes con motivo de la festividad musulmana del Aid al-Fitr, que marca el final del ramadán. El padre sostiene que, después del incidente, su hijo todavía llevaba en un bolsillo el dinero que él le había dado, y por lo tanto no había comprado ningún juguete. Además, denunció que su hijo murió en una «acción premeditada» del ejército, puesto que, según sus amigos, primero fue alcanzado por un disparo en el bajo vientre, y, cuando se quiso levantar, recibió un segundo tiro en la cabeza. Ismail también se preguntó cómo es posible que un niño que no medía más de 120 centímetros de estatura representara un peligro «para soldados que están armados hasta los dientes». Mustafa Habub, tío de la víctima, estableció una clara distinción entre la naturaleza sangrienta de la ocupación israelí y la naturaleza de la decisión de su familia, que busca ayudar a la vida de otros sin distinguir si son israelíes o palestinos. No es la primera vez que una víctima palestina o judía de la intifada dona sus órganos a personas del otro bando. No es muy frecuente, pero ha ocurrido en el pasado.

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