Diario de León

Manuel Contreras era el responsable de la policía política, que cometió la mayoría de torturas

Pinochet y su ex brazo derecho, frente a frente en un histórico careo judicial

El ex colaborador rompió su fidelidad con el dictador hace un año, cuando vio que volvería a prisión

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Robert Mur - corresponsal | santiago
León

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El ex dictador chileno Augus-to Pinochet fue obligado ayer a enfrentarse en un careo con el general Manuel Contreras, su mano derecha en los primeros años de la dictadura y responsable de la policía política, que cometió la mayoría de torturas y otros crímenes contra la humanidad. Víctor Montiglio, el juez que instruye el sumario de la operación Colombo, tomó la decisión vistas las contradicciones entre ambos militares. Contreras rompió definitivamente hace un año su fidelidad a Pinochet cuando vio que volvería a la cárcel. Entonces, acusó al ex dictador de ser el jefe de la Dina, el servicio de inteligencia dirigido por Contreras que organizó la represión política durante los primeros y más duros años de la dictadura. Contreras dijo que cada mañana despachaba con Pinochet y que le mantenía al corriente de todas sus actividades, algo que el ex mandatario siempre ha negado. Durante el careo de ayer, que duró casi tres horas, las posiciones se mantuvieron en su sitio, con acusaciones mutuas y con descargas de responsabilidad por los crímenes cometidos. Sin embargo, un tercer invitado al encuentro desestabilizó la situación, ya que Montiglio también citó al careo a Ricardo Lawrence, un antiguo agente de la Dina que ejerció como escolta de Pinochet. Lawrence apoyó las tesis de Contreras y aportó dos datos concretos. El ex agente mantiene que un día acompañó a Pinochet a un centro de detención de la Dina de Santiago, donde incluso habló con algún dete-nido, actualmente desaparecido. Además, Lawrence dice que el ex mandatario estaba al corriente de los actos de la policía política y que le preguntaba a diario: «¿Cómo van las cosas?». Paradójicamente, el careo se realizó en el club militar de «Lo Curro», una extravagante mansión con forma piramidal situada en la parte alta de Santiago, que Pinochet ordenó construir para que fuera su residencia oficial, aunque finalmente nunca la habitó. Los defensores del ex dictador intentaron hasta el último minuto frenar la diligencia. Pinochet y Contreras no habían vuelto a hablar desde 1995. Aquel año, el ex director de la Dina se atrincheró en un cuartel y se negó a entregarse a la justicia, que reclamaba su ingreso en prisión como responsable del asesinato en Washington del ministro de Exteriores de Salvador Allende, Orlando Letelier. Entonces, sólo la llamada telefónica de Augusto Pinochet pudo persuadirle de que se entregara. Los abogados de derechos humanos se mostraban ayer exultantes de alegría. Uno de los más emblemáticos acusadores, Eduardo Contreras, se refirió con sorna al careo entre los dos militares: «Ellos fueron una pareja, eran los Batman y Robin del crimen, y ahora están peleados y disgustados por sus distintos intereses».

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