Un obús en medio de la ceremonia
Se planteaba una mañana tranquila. De máxima seguridad. Con las máximas medidas de precaución. Con la presencia del mismísimo embajador de Estados Unidos en Irak. Todo calculado al milímetro. Los francotiradores. Los servicios de seguridad. Los marines vigilantes. Se trataba de entregar la llave del palacio de Sadam Huseín en Tikrit, el feudo natal del ex dictador, a las autoridades locales. Un complejo residencial de lujo que tiene 136 edificios, entre ellos 18 palacios a orillas del Tigris, y que sirvió de base militar estadounidense desde la caída del régimen de Sadam en abril del 2003. La ceremonia era en realidad un ceremonial de gestos. Un ritual de traspaso de poder, aunque las armas sigan mandando en el país. Cuando el coronel Mcknight estrechaba la mano de un jeque iraquí mientras le entregaba la gran llave dorada del complejo presidencial un obús lanzado por la resistencia dio de lleno en la ceremonia. Sorprendidos, los dos protagonistas del acto miraron hacia la zona de impacto. Y luego, como todos los presentes, echaron a correr. Una huida secundada por el embajador estadounidense, Zalmay Khalilzad, al más puro estilo de Hollywood. La acción terrorista sólo provocó un herido leve. Y unas imágenes espectaculares.