Diario de León

Los duros del Gobierno, encabezados por el ministro Sarkozy, se imponen al «estilo Villepin»

Francia impide bodas por interés y sólo admite alumnos brillantes

París echa el freno a la inmigración y endurece los controles por la crisis de los suburbios

Sarkozy y Villepin intercambian opiniones en la Asamblea Nacional

Sarkozy y Villepin intercambian opiniones en la Asamblea Nacional

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Esperanza Suárez - corresponsal | parís
León

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Doce días después de que la policía francesa diera por terminada la ola de violencia callejera, el gobierno anunció todo un paquete de medidas para frenar la entrada de inmigrantes en el país. Los matrimonios mixtos y el reagrupamiento familiar serán revisados con lupa. El ministro del Interior Nicolás Sarkozy  se presentó ayer en el Senado como el piloto de esta política de inmigración y consideró «peligrosa» las  regularizaciones  de los gobiernos español e italiano. Para Sarkozy  el peligro está en «el efecto llamada» que producen para el resto de Europa y así se lo ha hecho saber a Madrid y Roma. «Francia  no quiere a aquellos a los que no quieren en ninguna otra parte del mundo». Para escándalo de las asociaciones humanitarias como SOS Racismo, el ministro del Interior ha anunciado que su objetivo para el año que viene es el de las 25.000 expulsiones. En el 2005 habrán sido 20.000 , el doble que en 2002. Aunque de momento sus propuestas no han recibido el respaldo del resto del gobierno, Sarkozy, más duro aún si cabe tras salir fortalecido de la crisis de los suburbios, dijo considerar contraproducente  que los inmigrantes irregulares gocen  de «acceso a la ayuda médica del Estado, a la escolarización de sus hijos y al alojamiento de emergencia». Sin atreverse a tanto, el primer ministro Dominique de Villepin  concretó cómo endurecerá Francia sus condiciones para conceder un permiso de residencia. Los matrimonios mixtos serán más difíciles, especialmente los celebrados en el extranjero que necesitarán del visto bueno del cónsul francés. Aún así, tendrán que pasar después por el filtro de la Fiscalía de Nantes, encargada de vigilar  que las bodas no sean de conveniencia. Además, los contrayentes tendrán que confirmar con 4 años de convivencia, el doble que ahora, que existe entre ellos algo más que una cuestión de pasaporte. Si viven fuera de Francia, serán cinco años. El otro gran frente de lucha contra el fraude en la inmigración familiar se abre en el reagrupamiento. Villepin estima «más razonable» que el plazo para que un inmigrante plenamente instalado en el país pueda traerse a los suyos  debe de ser de dos años, también el doble de lo establecido ahora. También habrá nuevos requisitos para los solicitantes:» la integración en nuestra sociedad, especialmente el dominio de la lengua francesa  debería ser una condición para poder traerse a la familia». Nicolás Sarkozy ha recibido el encargo de presentar conclusiones en febrero sobre los «puntos sensibles» de la inmigración, incluida la existencia de la poligamia  que en su día él  y otros militantes  de la UMP señalaron como origen de la violencia callejera. Sólo los lumbreras Villepin se dijo consciente de que el reagrupamiento familiar «es un derecho garantizado por la Constitución y las convenciones internacionales» por lo que «no se trata de ponerlo en cuestión sino de organizarlo mejor para facilitar la integración de las personas afectadas». Tampoco lo van a tener fácil los estudiantes extranjeros que no sean lumbreras. Tomando como referencia los países anglosajones, el gobierno francés favorecerá a los definidos como «de alto potencial». Las embajadas francesas en el mundo recibirán una circular con cuatro nuevos requisitos para conceder visados de estudios, en un primer ensayo de «la emigración elegida» lanzada por Sarkozy, que ayer mismo volvía a reivindicarla ante el parlamento. Será él el coordinador de los tres departamentos representados en el Comité Interministerial de Control de la Inmigración.

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