Diario de León

«Primero fue el chador»

Los padres de la mujer belga que se suicidó al volante de un coche bomba el pasado 9 de noviembre en Irak narran el proceso que llevó a su hija a convertirse en una islamista radical

«El destino trágico de Muriel», titula un diario Belga

«El destino trágico de Muriel», titula un diario Belga

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j.o. | corresponsal
León

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«Al principio era el chador (la mantilla musulmana). Más recientemente, el velo. Y, cuando nos juntábamos, siempre imponía sus reglas: estábamos en nuestra casa, pero mi marido debía comer en la cocina, con Hissam (su marido), mientras las mujeres nos quedábamos en el salón. Nada de ver la televisión, ni de abrir una cerveza. Hasta dejó de fumar». Liliane, la madre de Muriel Delgauque, la primera terrorista suicida de nacionalidad europea, aún no entiende cómo su hija decidió acabar sus días estrellando un coche bomba contra a una caravana de blindados del Ejército de Estados Unidos. No sabían nada de ella desde el verano, cuando los llamó desde Siria, a donde había viajado con su segundo marido, Hissam Goris, de 30 años. Sabían que él había contribuido mucho a que Muriel, de 37, se hiciera una musulmana de convicciones radicales, pero nunca pensaron que terminaría hecha pedazos en Baquba, a 60 kilómetros al norte de Bagdad. Él -que también llevaba consigo un cinturón con explosivos- murió poco después en un enfrentamien-to con los soldados estadounidenses. Ciudad católica Muriel Degauque nació y creció en Charleroi, una ciudad de mayoría católica al sur de Bruselas en una de las regiones más pobres de Bélgica. Adolescente difícil y con problemas con la droga, sus padres no consiguieron que terminara sus estudios. Muriel trabajó en una panadería, y luego como camarera en un pequeño café. Pero, según aseguraba ayer el diario belga La Derniere Heure , Liliane no sabe cuándo, exactamente, su hija se convirtió al islam. Quizá fue antes de conocer a su primer marido, un turco del que se divorció poco después de casarse, o durante su breve noviazgo con otro inmigrante argelino. Liliane no sabe por qué Muriel abrazó la fe de Mahoma, pero sospecha que se volvió una integrista radical tras viajar a Marruecos con Hissam. «Estuvieron tres años, y volvieron porque él iba a perder su derecho de residencia. Decían que allí tenían una gran casa, caballos, un Mercedes y tres motos. Pero nunca supimos si era verdad», cuenta. Al volver de Marruecos, Muriel se cambió el nombre por el de Myriam, y se instaló con Hissam en Saint-Joostten-Node, un barrio de Bruselas con una nutrida colonia mu-sulmana. Su casa está a unos diez minutos andando del Consejo Europeo, donde los ministros de Interior de la UE acordaron ayer adoptar medidas para evitar que los creyentes musulmanes europeos acaben convertidos en hombres y mujeres bomba. Creen que hay más casos como el de Muriel.

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