Estados Unidos alcanza un triste hito?al?ejecutar al preso?número?mil

«La ejecución de Kenneth Boyd no ha hecho este mundo ni mejor ni más seguro». Las palabras de Thomas Maher, el abogado del autor de dos asesinatos que murió en la madrugada de ayer de una inyección letal en la cárcel de Raleigh (Carolina del Norte), resumen el sentir de quienes luchan por la abolición de la pena capital en Estados Unidos, y que con la muerte de Boyd alcanza un triste hito: haber llegado a los mil ejecutados desde que fue reestablecida en el año 1976. Desde hace días, varios grupos llevaban a cabo a lo largo y ancho del país una intensa campaña para denunciar el trágico aniversario con repercusión mundial, que ahora será recordado en la cara de Boyd, de 57 años, condenado por matar en 1988 a su mujer -de la que estaba separada tras 13 años de tormentoso matrimonio- y a su suegro. Sus dos hijos se salvaron de su arrebato. «Si esta ejecución número mil es un hito, es un hito del que todos deberíamos avergonzarnos», dijo Maher. Su cliente nunca negó su culpabilidad, pero su defensa argumentó que su paso por la guerra de Vietnam le había trastornado y empujado al alcoholismo. Según algunos informes, Boyd era mentalmente casi un retrasado. Por ello pidieron que no se le condenara a muerte. Fuera de la prisión, unas 200 personas se manifestaron en contra de la ejecución del reo. Uno de ellos, Alan Gell, que estuvo cuatro años en el corredor de la muerte con Boyd y que fue puesto en libertad en el 2004 tras demostrarse su inocencia, dijo que espera que su compañero no sea recordado como un número, sino como un ser humano. Lo mismo que hace unas semanas deseó el propio Boyd: «Odiaría ser recor-dado como el número mil». Pocas horas después de su ejecución, estaba previsto (anoche) que Shawn Humphries tuviera el mismo destino en Carolina del Sur por matar a un dependiente. Otro número en la lista de más de 3.300 reos condenados a morir. La Unión Europea renovó ayer su llamamiento a Estados Unidos para que suspenda temporalmente la aplicación del castigo capi-tal, como paso previo para su abolición. La declaración de la presidencia de turno británica recuerda la posición de la Unión Europea a favor de una «abolición universal» de la pena capital, a la que considera «cruel e inhumana», no disuasoria y causante de daños irreversibles en caso de error judicial. «No me agrada que se me considere una simple cifra. Soy una persona, no una estadística» KENNETH LEE BOYD