Arrecian las críticas sobre los servicios secretos alemanes

Angela Merkel y su anfitrión, George W. Bush, hablaron ayer de un nuevo capítulo en las relaciones entre Berlín y Washington. Pero la química transatlántica poco contribuirá a que amaine la tormenta política que se prepara estos días en Berlín y que afecta de lleno al ministro de Exteriores, Frank Walter Steinmeier. No lleva ni dos meses al frente de la diplomacia germana y este socialdemócrata de 49 años ya se tambalea en el cargo. El que fuera uno de los hombres de máxima confianza de Gerhard Schröder, y que prometía ser el niño bonito del SPD en el nuevo Gobierno de gran coalición se ve obligado ahora a dar ahora la cara -por segunda vez en lo que va de legislatura- por el secretismo del anterior Ejecutivo. En diciembre la polémica se desató con las actividades secretas de la CIA sobre suelo europeo, y ahora la polvareda política se debe a la presunta cooperación de los servicios de inteligencia germanos con la CIA en Irak. El no a la guerra No es para menos, si tenemos en cuenta que el Gobierno de Schröder ganó las elecciones del 2002 gracias, en parte, a que hizo bandera del «no a la guerra de Irak», y mientras tanto ¿acaso colaboraban sus servicios de inteligencia con la Administración Bush? Según los informantes de dos medios de elevado pres-tigio en Alemania, así fue. El Süddeutsche Zeitung y una de las dos cadenas públicas de la televisión germana revelaban esta semana que dos colabo-radores de servicios secretos germanos (Bundesnachrichtendienst, BND)permanecieron en Bagdad después del 17 de marzo del 2003 -que es cuando cerró la embajada alemana- para proporcionar a la CIA información sobre objetivos a bombardear. Que estas acusaciones sal-piquen directamente al actual titular de Exteriores tiene fácil explicación. Steinmeier era entonces el responsable máximo del BND -como jefe de la Cancillería-, y por tanto debía estar al corriente de sus actividades en Bagdad.