Los lusos buscan en Cavaco Silva una garantía contra la crisis económica

Los expertos politólogos apuntan que en las presidenciales los portugueses votan más mirando a la figura del candidato que al partido al que representa. La teoría no debe andar lejos de la realidad, pues las proyecciones muestran que hasta 460.000 de los electores que apoyaron al Partido Socialista en las legislativas optaron por Cavaco en estos comicios (Portugal Maior se llevó la mayoría absoluta por 60.000 papeletas de margen). ¿Qué buscan los lusos en un hombre que apenas entró en el debate político durante la campaña? Sin duda, estabilidad. El profesor del gesto serio es considerado poco menos que un mago de las finanzas y en el país se recuerda con nostalgia aquellos tiempos de bonanza, cuando el político que de joven aspiraba a ser contable ejercía de ministro de Economía primero y más tarde de jefe de Gobierno. En la cola de la UE Bien es cierto que con esta última etapa coincidió la lle-gada masiva de fondos de la Unión Europea, pero Portugal sigue en la UE y la tasa de desempleo está ahora en permanente aumento, justo al contrario que el índice de calidad de vida, atascado en la cola del bloque de 25. A Cavaco Silva, que llegó a ser dirigente del Partido Social Demócrata (PSD) casi por casualidad -se presentó al congreso del partido, en el año 1985, sin ninguna expectativa y en contra de la opinión de su mujer-, se le asocia a una imagen de tranquilidad imperturbable y, sobre todo, de extrema corrección. El filósofo José Gil escribía en una revista lusa que al nuevo presidente «se le atribuyen poderes extraordinarios que no posee» y que «la población en la provincia lo sigue con la misma mentalidad con la que organiza una procesión en la época de sequía». El filósofo podría estar en lo cierto (el candidato arrastraba masas en la zona rural durante su campaña sin apenas abrir la boca), pero, a juzgar por los resultados tampoco parece errar el ex ministro Ferreira do Amaral, para quien «el país queda bien servido con Cavaco Silva».