Otras tácticas son la privación del sueño y el encierro de los prisioneros en salas refrigeradas
EE.UU. alimenta a la fuerza a los presos islamistas detenidos en Guantánamo
Los reclusos son inmovilizados en sillas y forzados a comer mediante sondas nasales
El trato abusivo despachado a los prisioneros en Guantánamo (Cuba) volvió ayer a primer plano de la actualidad, pero ahora por querer evitar que mueran por inanición. Así, los reclusos están obligando a comer por la fuerza a los detenidos que deciden declararse en huelga de hambre. Los métodos utilizados para ello son variados y rayarían el trato cruel. «Una táctica de Al Qaida» Según publicó The New York Times , los detenidos en huelga de hambre -según el gobierno una táctica de la red Al Qaida para captar la atención de los medios de comunicación y añadir presión a Washington- son atados con correas a sillas especiales para, una vez inmovilizados, ser forzados a comer mediante sondas nasales y no dejarles luego vomitar. Otras tácticas usadas para disuadirles de continuar con su protesta son la privación prolongada de sueño, aislar a los presos para que no puedan ser animados por sus compañeros para seguir sin comer o negarles mantas y otros objetos básicos para forzales a abandonar su empeño. Alguno ha sido encerrados en salas con el aire acondicionado a tope. Los resultados están, según el teniente coronel Jeremy Martin, a la vista: los detenidos en huelga de hambre han pasado de 84, en diciembre pasado, a tan solo 4 esta semana. El alto mando reconoció que eran alimentados a la fuerza pero de forma «humana y compasiva» y solo cuando es necesario para mantener al preso con vida. Por su parte, el abogado Thomas Wilner, en contacto con algunos detenidos, indicó que «es evidente que el gobierno ha puesto fin a la huelga de hambre mediante el uso de la fuerza y los más brutales e inhumanos tratamientos. Es una vergüenza». Para el Departamento de Defensa, el asunto es una «cuestión moral». El encargado de la institución para cuestiones de salud, William Winkenwerder se preguntó «¿Dejarían a una persona cometer suicidio? ¿O tratarían de hacer algo para proteger su salud y su vida?». Según el examen realizado por el Pentágono sobre este dilema, las medidas adoptadas cumplen con sus estándares éticos.