Diario de León

Tras el aplazamiento, la celebración de un nuevo proceso judicial podría demorarse varios meses

Cancelan la ejecución de un reo porque ningún médico quiere efectuarla

El gobernador de California reiteró que no concederá clemencia al condenado

Protestas contra la pena capital delante del penal de San Quintín, situado en el condado Marin

Protestas contra la pena capital delante del penal de San Quintín, situado en el condado Marin

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Óscar Santamaría - corresponsal | nueva york
León

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Después de buscar desesperadamente durante horas algún médico, enfermera o persona apta para inyectar medicamentos que quisiera llevar a cabo la ejecución de Michael Morales, los responsables de la prisión de San Quintín, en la bahía de San Francisco, se vieron obligados a suspenderla de modo indefinido. Ahora, deberán esperar a un nuevo proceso legal que se podría demorar varios meses. «No hemos sido capaces de encontrar a un médico para ponerle a Morales la inyección letal que habría causado su muerte», lamentó ayer el portavoz de la cárcel, Vernell Crittendon. El caso ha atraído la atención mediática del país por lo inusual y novedoso del mismo. Aplazada en las últimas horas hasta dos veces, la ejecución de Morales, de 46 años, quedó en el aire el martes cuando dos anestesistas se negaron, alegan-do «objección de conciencia» por razones éticas, participar en su muerte. Su papel, que había sido ordenado por un tribunal federal, era suministrarle sedantes para asegurarse de que el reo no sufriera mientras le hacía efecto el cóctel mortal de la inyección que acabaría con su vida. La decisión judicial obedecía al recurso presentado por sus abogados en el que expresaban sus dudas sobre la constitucionalidad del castigo, pues según ellos no está demostrado que los condenados no sufran un dolor «cruel e innecesario» durante el proceso, lo que prohíbe la Octava Enmienda. Tras la negativa de los anestesistas, la prisión se puso manos a la obra, en una carrera contra el tiempo, para encontrar a otro facultativo dispuesto a inyectarle una dosis letal de barbitúricos, que sustituiría al cóctel de sustancias químicas utilizado normalmente: pentotal de sodio (que induce a la inconsciencia), bromuro (que relaja los músculos del preso y le paraliza) y cloruro de potasio (que detiene el corazón), y no lo encontró. Sin clemencia Después de conocer que la ejecución había quedado suspendida, el gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, reiteró que no concederá clemencia a Morales, acusado de violar y asesinar en 1981 a la joven de 17 años Terri Winchell, a la que estranguló con un cinturón, golpeó con un martillo y apuñaló en el pecho antes de abandonarla en unos viñedos. «Estamos bastante aliviados de saber que ahora habrá una cuidadosa revisión del caso», señaló la influyente Unión Americana de Libertades Civiles. La cuestión médica no es el único punto de discrepancia. El juez que sentenció a Morales manifestó después su oposición a la condena ante nuevas pruebas que indicaron que uno de los principales informantes en el caso mintió en su testimonio.

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