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Se impone el toque de queda para detener la violencia y persisten los llamamientos a la calma

La guerra de las mezquitas deja 130 muertos de un tiro en la cabeza

La noche de cuchillos largos sembró la capital iraquí de cadáveres, en su mayoría de suníes

Una multitud de iraquíes clama venganza en Ciudad Al Sadr por la voladura del templo de Al Askari

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colpisa | bagdad

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Irak no había sufrido una ola de violencia confesional de estas características desde la caída del régimen de Sadam Huseín, hace ahora casi tres años. La noche de cuchillos largos en Bagdad dejó unos 130 muertos, la mayoría suníes, como represalia por la voladura de un santuario chií en Samarra, al norte de Bagdad. A demás, se produjeron nuevos ataques contra mezquitas, mientras que el presidente iraquí, Yalal Talabani, convocó de urgencia a las principales formaciones políticas del país para evitar un enfrentamiento civil. «El crimen (contra el mausoleo) busca sembrar cizaña y guerra civil en Irak (...) Los Takfiri (extremistas suníes) y los Zarqauis (por el nombre del jefe de la red terrorista Al Qaida en Irak) llegados del extranjero buscan provocar una guerra civil, pero nosotros debemos impedírselo», dijo ante una delegación de los jefes de las tribus de Salahedin, al norte de Bagdad. La nueva ola sangrienta complicará la ya difícil tarea de los líderes políticos suníes y chiíes para formar un gobierno de unidad nacional, tras las elecciones de diciembre de 2005, que evidenciaron una profunda ruptura entre las dos confesiones mayoritarias que conviven en Irak. De momento, la principal lista suní, el Frente de la Concordia, suspendió ayer su participación en las negociaciones. Acribillados a balazos En Bagdad, las calles amanecieron sembradas de cadáveres. Al menos 80 cuerpos acribillados a balazos llegaron a la morgue desde el miércoles por la tarde, mientras que otros 47 cuerpos fueron descubiertos al sur de la capital. Todos muertos de un tiro en la cabeza. El resto del país registró este jueves otros actos violentos: doce iraquíes, entre ellos ocho soldados, murieron y otros 20 resultaron heridos al estallar una bomba en el centro de Baaquba (60 kilómetros al nordeste de Bagdad). Asimismo, un líder suní fue asesinado en Hilla, a 100 kilómetros al sur de Bagdad, mientras que en la también sureña localidad de Musayeb se quemó una mezquita. Además, los cadáveres de tres periodistas iraquíes del canal de televisión Al Arabiya que habían sido secuestrados al norte de Samarra, donde la voladura de un santuario chií desató la violencia confesional, fueron hallados ayer. Venían de informar sobre el atentado contra el templo. Por otra parte, cuatro soldados estadounidenses fallecieron al explotar una bomba al paso de su convoy al norte de Bagdad. Estas muertes elevan a 2.286 el número de militares estadounidenses y personal asimilado muertos en Irak desde marzo de 2003. Las autoridades iraquíes ya pusieron a todas sus fuerzas de seguridad en estado de máxima alerta y suspendieron los permisos de descanso o vacaciones. En Bagdad y en las localidades al norte de la capital, se impuso un toque de queda desde las 20:00 horas a las 6:00 horas a partir de ayer, según un decreto del ministerio del Interior.

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