Diario de León

Un francotirador insurgente mina la moral de los soldados en Irak

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Mata de un sólo disparo y después desaparece sin dejar rastro. Espera a que el soldado norteamericano desmonte de su vehículo blindado y luego busca un punto débil entre su casco de kevlar y su chaleco antibalas. No suele fallar a pesar de que sus disparos son hechos desde más de 200 metros. O el militar cae muerto o gravemente herido. Los soldados norteamericanos que patrullan el sur de Bagdad lo llaman Juba. Reconocen que podría no ser un sólo francotirador, sino varios, pero prefieren hablar de él en singular. «El tío es bueno», comentaba el también francotirador Travis Burress hace ya seis meses a The Guardian . El diario británico fue el primer medio de comunicación occidental que se hizo eco de las andanzas del francotirador. Para entonces ya se le reconocían tres muertes y casi diez heridos graves. Se sospechaba que hubiera sido el autor de muchos más. Desde entonces la leyenda de Juba no ha hecho más que acre-centarse. Se rumorea que llegó a dejar una nota en uno de los lugares donde actuó donde se podía leer: «Lo que se roba con sangre, sólo se puede recuperar con sangre. El francotirador de Bagdad». Los encargados del aparato de propaganda de la resistencia han encontrado un filón en este misterioso personaje. Los vídeos de sus acciones (ya son varios) ya han llegado a Internet y son ampliamente visitados. En uno de ellos se observa las alevosas muertes de soldados causadas en nombre de Alá. En segundos, con precisión mortal, caen los soldados alcanzados. Cantos religiosos y alabanzas al guerrero musulmán matizan las escenas.

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