Diario de León

El objetivo de esta campaña de intervenciones es combatir el descenso de su popularidad | Análisis | La reconstrucción |

Bush avisa que hay que resistir a la tentación de abandonar Irak Tres años y un día sin Sadam

El presidente de Estados Unidos asegura que la violencia en el país no se ha acabado

Un iraquí herido por una explosión espera asistencia médica en un hospital de Bagdad

Un iraquí herido por una explosión espera asistencia médica en un hospital de Bagdad

Publicado por
Macarena Vidal washington Miguel Murado
León

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En vísperas del tercer aniversario de la guerra en Irak, el presidente de Estados Unidos George W. Bush, pidió ayer paciencia a sus ciudadanos para «resistir la tentación» de una retirada pese a que, según admitió, habrá más violencia en ese país. Bush, cuyos índices de popularidad se han visto arrastrados por esta guerra a los niveles más bajos de sus cinco años de mandato, se encuentra inmerso en una campaña de discursos para persuadir a los estadounidenses de que hay luz al final del túnel en Irak pese a la violencia que se ha exacerbado en el último mes. En su alocución por radio de los sábados, el presidente insistió en que hay señales esperanzadoras, tanto en el frente político como en el militar, pese a las imágenes «horrorosas» que se emiten por televisión. «Estamos colaborando con todos los elementos de la sociedad iraquí para neutralizar a los terroristas y restablecer el orden en las ciudades iraquíes, reconstruir viviendas y comunidades y alcanzar la estabilidad que sólo puede llegar con la libertad», declaró Bush. «Estos últimos tres años han puesto a prueba nuestra determinación. Hemos visto días duros y pasos atrás», admitió el presidente, quien sin embargo declaró que su Gobierno ha aprendido de las experiencias vividas y «está arreglando todo aquello que no ha funcionado». Las declaraciones del presidente se produjeron dos días después de que las tropas estadounidenses lanzaran el mayor asalto aéreo desde el comienzo de la invasión en Irak, en la llamada «Operación Enjambre», en la que han sido detenidas más de sesenta personas. Un Gobierno de unidad nacional Al mismo tiempo, los partidos políticos iraquíes tratan de llegar a un acuerdo para la formación de un Gobierno de unidad nacional que permita poner fin a la violencia entre chiíes y suníes, que ha dejado centenares de muertos desde el atentado que destruyó un importante santuario chií en la ciudad suní de Samarra, el 22 de febrero. Tan sólo ayer, cuatro civiles murieron y otras 20 personas resultaron heridas -entre ellas varios soldados y policías iraquíes- en cinco atentados en Bagdad. Esta violencia ha despertado los temores a que pueda desatarse una guerra civil en el país árabe, donde se encuentran desplegados cerca de 130.000 soldados estadounidenses. Más de 2.300 militares de Estados Unidos han muerto en Irak desde el comienzo de la guerra el 19 de marzo del año 2003, y más de 10.000 han resultado heridos. Bush lanzó un llamamiento a sus ciudadanos a la paciencia frente a «la tentación de retirarse y abandonar nuestros compromisos», y destacó que aún «serán necesarios más sacrificio y más lucha para alcanzar la victoria». «No hay paz, ni honor, ni seguridad en la retirada. Por tanto, Estados Unidos no abandonará a Irak a merced de los terroristas que quieren atacarnos de nuevo; completaremos nuestra misión», prometió el presidente. Bush también lanzó un llamamiento a los políticos iraquíes a que lleguen a un acuerdo sobre la formación del Gobierno lo antes posible. «Les urjo a continuar su tarea para dejar de lado sus diferencias, para superar las divisiones políticas, religiosas y entre comunidades», señaló. El presidente tiene previsto presentar de nuevo estos argumentos en un discurso que pronunciará en Cleveland (Ohio) el lunes. El pasado lunes Bush comenzó la nueva serie de discursos sobre Irak con una intervención en Washington en la que denunció que cada vez con más frecuencia se encuentran componentes de fabricación iraní en bombas caseras que los insurgentes iraquíes colocan contra las tropas estadounidenses. Con esta campaña de intervenciones, similar a otra desarrollada en diciembre, el presidente intenta combatir el descenso de su popularidad, que según las distintas encuestas se encuentra entre el 33 y el 37 por ciento. Según estos sondeos, la marcha de la guerra es uno de los principales factores de esta caída. Una encuesta del Instituto Gallup esta semana señalaba que sólo el 38 por ciento de los estadounidenses cree que la guerra va bien para Estados Unidos y el 48 por ciento, casi la mitad de los encuestados, opina que la oposición demócrata lo haría mejor a la hora de resolver el conflicto. «Serán necesarios más sacrificio y más lucha para alcanzar la victoria» GEORGE W. BUSH Presidente de Estados Unidos El jueves pasado, ocurrían simultáneamente dos hechos que reflejan el Irak de antes y el de ahora, y lo problemático de ambos. En Bagdad se juzgaba a Sadam Huseín por sus crímenes, entre los que se encuentra la masacre de Halabja, donde, en los años 80 el dictador ordenó emplear gas venenoso contra la población. Ese era el Irak de antes. Curiosamente, en ese mismo momento, los habitantes de Ha-labja se enfrentaban a las nuevas autoridades e incluso destruían el monumento conmemorativo de la masacre. Protestaban por la falta de electricidad, de trabajo, de futuro, y la emprendieron con ese homenaje a su propio sufrimiento, que ellos creen que ha sido utilizado de forma cínica. Este es el Irak de ahora, tres años después de la invasión que derrocó a Sadam. Los incidentes de Halabja son especialmente significativos. Situada en el Kurdistán iraquí, Halabja está relativamente libre de la violencia que sacude al resto del país y goza de una autonomía considerable. El fracaso de la nueva administración allí sólo puede achacarse a su corrupción e incompetencia, y es un mal presagio para el resto del país, incluso si los formidables problemas que éste padece se resolviesen en un futuro. Pero ni siquiera parece que vaya a ser así. Y no es que no haya habido ningún elemento positivo en este último año de presencia extranjera en Irak. No se puede subestimar, desde luego, la importancia de las elecciones y la redacción de la Constitución. Pero el precio ha sido demasiado alto: una escalada de la violencia y la fractura de la sociedad iraquí. En sus intentos, ahora, de remediar esta fractura reintegrando a los suníes al proceso, Washington está condicionando tanto la formación del nuevo Gobierno que la sensación de soberanía que muchos iraquíes experimentaron al votar corre el riesgo de evaporarse. La reconstrucción se encuentra paralizada, debido sobre todo a los problemas de seguridad, pero no es sólo Halabja, sino el país en su conjunto, el que sigue sin disponer de manera regular de servicios tan básicos como el agua potable o la electricidad. Tan sólo las exportaciones de petróleo se han recuperado en estos tres años, y aún así conti-núan seriamente afectadas por los sabotajes de la resistencia y una gestión ineficaz. Un golpe aún más duro para la economía iraquí sería una bajada de los precios del crudo, hoy por hoy, casi su única fuente de ingresos. Pero es la seguridad, sin duda, la mayor sombra que planea sobre estos tres años sin Sadam. Aparte operaciones más o menos propagandísticas como la que está en marcha en Samarra, las fuerzas norteamericanas se han mostrado incapaces de limitar la acción de las guerrillas, los grupos terro-ristas o siquiera los delincuentes comunes. El anuncio de que el Ejército iraquí está casi listo para hacerse cargo de la situación tiene más que ver con las elecciones en EE.UU. que con la realidad. Un dato positivo de estos meses, al menos, es que se ha frenado una confrontación directa entre la coalición y las guerrillas chiíes del líder radical Moqtada al Sadr. Tampoco ha estallado, al menos de momento, la guerra civil total entre chiíes y suníes, a pesar de episodios muy graves. Pero este equilibrio precario se debe sólo al pragmatismo de los chiíes, que han comprendido que el tiempo juega a su favor. Un intervencio-nismo excesivo de Washington en el proceso político o una agresión a Irán podrían desbaratarlo todo en un momento.

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