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La ministra de Exteriores sueca dimite tras ser acusada de censura

Laila Freivalds anunció su dimisión acompañada por Goran Persson

Publicado por
Kiko Novoa - corresponsal | estocolmo
León

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El encargo de suceder a la ministra de Exteriores Anna Lindh, apuñalada en unos grandes almacenes en el año 2003, concedía a Laila Freivalds una nueva oportunidad en el ejecutivo socialdemócrata de Göran Persson. Tres años antes había presentado la dimisión como responsable del departamento de Justicia por un escándalo relacionado con el alquiler de una vivienda de protección oficial que transformó en propia. A seis meses de la celebración de elecciones en Suecia, el Gobierno ha logrado despachar el nuevo y evidente error de Freivalds, que se vio obligada a entregar la renuncia tras haber sido acusada de acciones contra la libertad de expresión. La ministra rechazó hasta el último momento estas imputaciones y sus propios subordinados de Exteriores fueron los encargados de demostrar que la responsable del mismo había ordenado la clausura de una página de Internet, propiedad de un partido xenófobo, que pretendía publicar las polémicas caricaturas de Mahoma. «Es imposible seguir trabajando en unas condiciones que dañan al Gobierno, al partido y al ministerio», se resignaba ayer Freivalds. Ni siquiera Persson intentó persuadirla para que conservase la cartera ministerial, aunque ahora el primer ministro deberá aliviar un nuevo sonrojo que deja a los socialdemócratas en un momento delicado para afrontar la carrera electoral. «No pienso continuar rebuscando en sus posibles errores; ella ha tomado una decisión y yo la tengo que respetar», sentenció Persson. El presidente de Sverigedemokraterna (Demócratas de Suecia), el partido que denunció estas acciones irregulares, se felicitaba en su página de Internet de «haber logrado despedir» a la ministra. La representatividad de este movimiento político es prácticamente escasa y tiene como objetivos disminuir la inmigración, desmantelar la Unión Europea y reforzar los núcleos familiares. Las críticas a la política de Laila Freivalds brotaron con una intensa fuerza durante la crisis del maremoto en el sureste asiático, que acabó con la vida de cerca de 2.000 suecos, cuando se le señaló como la gran culpable de la desorganización en el traslado de los cadáveres al país.