| Testigo directo | La sombra de Vietnam |
La insurgencia hace cambiar a Estados Unidos su estrategia Los demócratas piden a Rumsfeld que dimita tras las críticas de un grupo de generales La defensa de Moussaoui intenta demostrar que su cliente exagera su papel en el 11-S para salvarle
El general Frank Gorenc hace doble clic en su portátil y sobre el proyector aparece un vídeo en blanco y negro, donde unas siluetas vistas desde un plano cenital se mueven en la oscuridad. «Ves, ahí es donde los insurgentes están poniendo los morteros para atacar la base», dice. Eso debe ser para una vista entrenada. Para una mirada superficial como la nuestra lo único que se aprecia es unos tipos dando vueltas. De repente, la pantalla se nubla con algo que parece una explosión. «Ahí es donde acabamos con ellos», concluye el general. Gorenc es el jefe de todas las fuerzas áreas norteamericanas presentes en Irak. Eso quiere decir que está al frente de una de las más potentes máquinas bélicas de la historia. Pero eso, hoy por hoy, no le sirve a Estados Unidos de mucho en Irak. Lucha contra un enemigo que ataca y se esconde, que se camufla entre la población civil, que escoge sus blancos y golpea en el punto más débil. Un enemigo al que hay que buscar casa por casa. «En esta guerra hemos tenido que adaptar nuestras tácticas, nuestra forma de hacer las cosas. Ahora los cazas de combate y los bombarderos apenas nos sirven para nada. No hay muchos objetivos sobre los que podamos lanzar bombas, así que utilizamos aviones no tripulados como el Predator, que pueden mantenerse todo el día en el aire y que tienen muy buenos aparatos de observación y vigilancia. Así buscamos al enemigo y lo observamos hasta que podemos atacarlo. Como en este vídeo que acabáis de ver», dice. El Predator de Gorenc, matando a los supuestos insurgentes es una práctica cada vez más habitual en Irak, pero no pasa de ser una anécdota en toda la lucha. La guerra real entre la resistencia y los ocupantes se vive en tierra. Y allí Estados Unidos también ha tenido que cambiar su forma de operar para enfrentarse a un forma de combate que no veían desde Vietnam y que no hace sino desesperar a los soldados. La resistencia tiene la iniciativa En tierra el poderío militar tampoco sirve de mucho. Como nos decía un soldado, «no puedes andar matándolos a cañonazos con el tanque. Los insurgentes casi nunca se enfrentan a nosotros directamente, porque saben que no tendrían nada que hacer con nuestra potencia de fuego. Lo que hacen es poner una bomba y largarse. Resulta frustrante. Porque nosotros, cuando entramos en Irak, lo hicimos rápido. Tomamos Bagdad en poco más de dos semanas. Teníamos la iniciativa, pero ahora la iniciativa la tienen ellos y es difícil combatirlos», dice el teniente Brian Fieldmayer, que manda un pelotón que patrulla alguna de las zonas más calientes de Irak. Prueba de que la resistencia tiene la iniciativa es que sus bombas caseras han condicionado toda la forma de operar de los norteamericanos. Ahora cualquier desplazamiento largo se hace por aire para no exponer a las tropas al peligro de esos artefactos. Más allá de las sensaciones de los soldados, su frustración está fundamentada por los números. Por más insurgentes que puedan matar los Predator, el número de ataques por semana, 600, no baja desde hace unos cuantos meses. «No importa cuántos matemos, parece que siempre hay más», apunta un oficial. La oposición demócrata no ha querido dejar pasar la oportunidad que le ha puesto en bandeja un grupo de altos mandos militares retirados y dando un paso al frente ha dejado oír algunas voces que piden la renuncia del secretario de Defensa, Donald Rumsfeld. «Creo que el secretario debería dimitir», dijo Bill Richardson, gobernador de Nuevo México y virtual candidato demócrata a las presidenciales del 2008. En declaraciones al programa de actualidad política Face the nation añadió que «además del hecho de que la guerra en Irak está siendo mal manejada, Rumsfeld debería escuchar lo que estos generales están diciendo». Entre aquellos que desde la semana pasada están pidiendo la dimisión de quien fuera, bajo la Administración Ford, el responsable más joven del Pentágono y que ahora se ha convertido en el más viejo en el puesto, se encuentran el mayor general John Batiste, quien comandó la Primera División de Infantería en Irak, el mayor general Charles Swannack, quien lideró a 82a División Aerotransportada del Ejército en Irak y el ex comandante de la Otany aspirante demócrata a la Casa Blanca en el 2004, general Wesley Clark. Todos ellos acusaron a Rumslfeld de errores de estrategia y de no tener en cuenta la opinión de los responsables militares. Richardson añadió que las tropas estadounidenses en Irak se sienten frustradas porque sus mandos en el Pentágono no prestan atención a sus quejas. La defensa de Zacarías Moussaoui, el único acusado en Estados Unidos por el 11-S, está más empeñada que él mismo en salvarle de la pena de muerte. Y para eso no dudó ayer en presentarle como alguien con sus facultades mentales mermadas a causa de una infancia traumática. En la recta final del juicio que le condenará a muerte o a cadena perpetua, sus abogados subieron al estrado para intentar demostrar que Moussaoui no tenía un papel protagonista en los ataques del 11-S y que su confesión por sorpresa durante el juicio de que estaba planeado que él pilotara un quinto avión aquel día con la misión de estrellarlo contra la Casa Blanca es una invención para forzar su envío al corredor de la muerte y así lograr convertirse en un mártir. Para ello, presentaron varios testigos que relataron cómo hasta los seis años este francés de origen marroquí estuvo entrando y saliendo de varios orfanatos y que, rechazado por la sociedad, decidió en su adolescencia abrazar el islamismo radical. También recordaron que en su familia hay antencedentes de casos de esquizofrenia y trastornos bipolares. Quince cadáveres La policía iraquí encontró ayer quince cadáveres con impactos de bala en distintas partes del cuerpo en tres barrios de Bagdad. El comandante de policía Wisam Saad reveló que cinco cuerpos fueron hallados dentro de un vehículo todoterreno en el barrio de Al Mahdiya, en el sur de Bagdad.