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El primer ministro de Israel compara a Ahmadineyad con Hitler | Análisis | El futuro del plan nuclear |

Irán acepta inspecciones de la ONUsi la crisis nuclear sigue en el OIEA Profecías, amenazas y realidades Cuba, Bolivia y Venezuela afianzan su unión frente a Estados Unidos

El presidente iraní asegura que su país no renunciará «jamás» a su programa atómico

Castro, Morales y Chávez hablan con la prensa en el aeropuerto José Martí

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Miguel Murado Natasha Vázquez - agencias | teherán/berlín corresponsal | la habana
León

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Un alto cargo del programa nuclear iraní dijo ayer que su país está dispuesto a aceptar inspecciones por sorpresa por parte de expertos del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), siempre que la discusión sobre el caso nuclear se mantenga en este organismo. Esto supone una «retirada táctica» por parte de Teherán, ya que, si bien dan su brazo a torcer parcialmente, con ello intentan evitar que el caso pase al Consejo de Seguridad y también las posibles sanciones que este órgano pudiera aprobar contra el régimen de los ayatolás. Mohamed Saidi, vicepresidente de la Organización de Energía Atómica de Irán (OIEA) también explicó a la televisión pública que su país no piensa renunciar a su derecho a enriquecer uranio. De hecho, el mismo presidente, Mahmud Ahmadineyad, aseguró ayer que su país no renunciará «jamás» a su programa nuclear. «La aplicación del Protocolo Adicional fue suspendida por una decisión aprobada por el Parlamento Islámico, tras el envío del informe del caso iraní al Consejo de Seguridad (de la ONU) y puede ser activado otra vez si el caso queda en el OIEA», explicó Saidi. Dicho protocolo permite la visita por sorpresa de inspectores del OIEA las instalaciones. Anteriormente, Saidi dijo a la misma cadena que el informe presentado ayer por el OIEA no es negativo para su país. El responsable iraní mostró, además, su convencimiento en que el dossier nuclear de su país no debe ser tratado en la ONU, ya que «el OIEA tiene todavía la capacidad necesaria para estudiar el caso». Saidi añadió que Irán entregó el pasado jueves una carta al OIEA donde anuncia su disponibilidad para seguir colaborando con ese organismo, en base a las normativas internacionales y con la condición de que el caso iraní permanezca en el OIEA. Guerra verbal Por otra parte, el primer ministro de Israel, Ehud Olmert inició ayer, desde las páginas del Bild , el periódico mas leído en Alemania, una inédita y peligrosa guerra verbal contra el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, a quien calificó como un nuevo Hitler que pretende destruir el estado hebreo. «El presidente de Irán habla como Adolf Hitler antes de que llegara al poder y espero que jamás tenga la oportunidad de poner en practicas sus amenazas», dice Olmert en la entrevista que publica el Bild , donde también lo acusa de ser un psicópata de la peor ralea y un jefe de estado incendiario y antisemita. Los calificativos no son gratuitos. El presidente iraní escandalizó al mundo cuando negó el holocausto y pidió la desaparición del estado hebreo, poco después de llegar al poder, además de sugerir que el estado judío podía moverse a América del Norte o a Europa. En la entrevista con el Bild , Ehud Olmert hace un llamamiento a Occidente para que impida que Irán tenga acceso a las armas no convencionales. Las profecías y los horóscopos, a los que tan aficionados son los iraníes, anunciaban al parecer para el 23 de marzo una guerra nuclear. Pero la fecha ha pasado y el mundo no sólo no se ha terminado sino que allí, en Irán, el año acaba de comenzar. Estos días finalizaban las fiestas del Nauroz, el año nuevo persa, una festividad en realidad zoroástrica en la que, según la tradición, uno debe deshacerse de siete objetos cuyo nombre contenga la letra «s». Independientemente de cómo se escriba la palabra «uranio» en persa, este no ha sido, desde luego, uno de esos objetos de los que han querido prescindir los iraníes. Pero no hay nada de sorprendente en la revelación que acaba de hacer el OIEA de que Irán no ha detenido su proceso de enriquecimiento de uranio. El gobierno lo anunció por televisión hace pocos días. Por otra parte, lo que muchos describen como una exigencia de la ONU de interrumpir el proceso no era sino una «petición». Ese será ahora el siguiente paso de Washington y sus aliados (Gran Bretaña y Francia) en la reunión del martes en París: que la petición de convierta en exigencia. Alemania, que también estará allí, no será tan entusiasta, entre otras cosas porque tiene lazos económicos importantes con Teherán. Pero la clave de lo que suceda está en Moscú, que no sólo tiene intereses económicos en Irán, está construyendo una central nuclear allí. Además de que Rusia pueda impedir con su veto una condena a Irán en el Consejo de Seguridad, la presencia de sus técnicos sobre el terreno hace casi impensable un ataque sorpresa de EE.UU.. Es por esto que más que la diplomacia y las amenazas de Estados Unidos de usar la fuerza contra un programa nuclear que en realidad todavía no existe, será entre Moscú y Teherán que este asunto acabará encontrando una solución. En Irán muchos piensan que ésta podría consistir en enriquecer su uranio fuera del país a cambio de un reconocimiento de «normalidad internacional» para Irán y de que Rusia ponga plazo para acabar la central de Bushher. Lo curioso del caso es que no está claro que los iraníes quisiesen realmente fabricar armas atómicas. Pero ahora el programa nuclear (pacífico) es ya una cuestión de orgullo nacional sobre la que existe un insólito consenso entre todas las facciones en Irán, incluida la oposición. Ahmadineyad, cuya estrella se está apagando, aprovecha esa baza para su demagogia personal. Pero no es él, sino el Líder Supremo, el ayatollah Khamenei, quien ostenta el poder; y según los que conocen los recovecos de ese extraño Estado, entre «maoísta» e islámico, que es Irán, Khamenei no está interesado en una confrontación directa con Occidente y forzará a Ahmadineyad a aceptar un acuerdo que desescale la crisis. Los presidentes de Cuba, Fidel Castro; Bolivia, Evo Morales, y Venezuela, Hugo Chávez, socios y aliados que comparten su enemistad con Estados Unidos afianzaron este fin de semana su proceso de integración con la firma de un nuevo tratado comercial. Por primera vez coinciden los tres mandatarios desde la llegada al poder de Morales, en enero pasado, y coincide con el primer aniversario de la adhesión de Cuba a la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) propuesta por Chávez frente al Area de Libre Comercio (ALCA) defendida por Estados Unidos. En medio de los gritos de apoyo de decenas de estudiantes latinoamericanos convocados para el Palacio de las Convenciones habanero, los tres presidentes suscribieron el Tratado de Comercio de los Pueblos (TCP), una iniciativa de Bolivia en contraposición a los Tratados de Libre Comercio (TLC) que impulsa Estados Unidos. Hoja de coca El mandatario boliviano adelantó en La Habana que el tratado permitirá el comercio de algunas mercancías, entre ellas la hoja de coca y la soja, con arancel cero, aunque aún no se ha hecho pública la lista de productos incluidos en el convenio ni la fecha de entrada en vigor del acuerdo que implica a los tres países. Los mandatarios se trasladaron después a la Plaza de la Revolución, donde estaba previsto un acto multitudinario «por la integración latinoamericana», según el diario oficial Granma. Cuba y Venezuela incrementaron considerablemente su comercio bilateral el pasado año hasta alcanzar los 2.300 millones de dólares, unos 1.500 de ellos correspondientes a la factura energética. Entre otros puntos, los acuerdos permitieron la exención del pago de aranceles aduaneros e impuestos a productos venezolanos adquiridos en el marco del Alba, mientras Caracas concedió preferencias arancelarias a 104 productos cubanos y la desgravación gradual de importaciones desde la isla. La cumbre se produce apenas una semana después de que Morales pidiera a Álvaro Uribe y Alejandro Toledo que suspendieran los Tratados de Libre Comercio negociados con Washington.

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