Diario de León

Villepin descarta dimitir y denuncia una campaña de calumnias contra él

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Esperanza Suárez - corresponsal | parís
León

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Ni dimisión, ni elecciones anticipadas. El primer ministro, Dominique de Villepin, se considera víctima de «una campaña de calumnias y mentiras innoble» que no conseguirá desviarle de sus deberes al frente del Gobierno. Villepin dijo estar a disposición de los jueces para aclarar sus presuntas órdenes de espionaje contra su número dos y ministro del Interior, Nicolás Sarkozy, un asunto que empieza ya a conocerse como el «Villepingate». Según el primer ministro, «esto es demasiado», «un petardo mojado». Lo que pidió al general Philippe Rondot fue que verificara informaciones que «remitían a grupos terroristas y mafiosos» en el escándalo de la sociedad luxemburguesa Clearstream, investigada por sobornos y blanqueo de dinero. En ningún momento ordenó a este destacado miembro de los servicios secretos que se dedicara a las cuentas de Sarkozy. El general Rondot también desmintió «categóricamente» haber recibido instrucciones de Villepin en este sentido, aunque reconoció que el nombre del ministro del Interior salió a relucir en la reunión. La oposición acosa a Villepin desde que se hicieron públicas de forma inexacta unas declaraciones del general ante el juez. En el calor de la sesión de control en la Asamblea Nacional, Villepin acusó a la oposición de izquierdas de «hacerle el juego a los extremismos» después de que el socialista François Hollande le pidiera que sacara «consecuencias de una crisis política de excepcional gravedad». «¿Es la pérdida de sangre fría o la inexperiencia? Nunca sirve de nada gritar con los lobos», le espetó Villepin al líder socialista en una demostración de que la mejor defensa es un buen ataque. El comunista Alain Bocquet denunció por su parte «una guerra abierta en la cabeza del Ejecutivo». De momento, Sarkozy no quiere «desencadenar una crisis política», según reconoció ante los diputados de su partido. Villepin asistió a la reunión de forma excepcional; Sarkozy esperó a que se marchara para decirse «determinado a llegar hasta el final» para conocer la verdad y «eso no es negociable». Poco después defendió ante el pleno su ley de «inmigración a la carta». Para convencer a los parlamentarios de su partido, les invitó a cenar en el ministerio, con presencia de Villepin incluida. Récord de impopularidad Dominique de Villepin roza el récord de impopularidad de todos los primeros ministros de Francia: sólo consigue un 20% de opiniones favorables. La única que cayó más bajo (18%) fue la socialista Edith Cresson.

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